Buscar este blog

sábado, 29 de marzo de 2008

BUS-VAO

Tengo que reconocer que los temas de tráfico me calan un poco más dentro que otros. Considero que en estos asuntos las personas nos mostramos como en realidad somos, nuestra educación, nuestras maneras y nuestras formas de comportarnos, de relacionarnos y deambular por la vida.

Esta semana he ido a Madrid algunos días en coche con un amigo que lo tiene que llevar por necesidad ya que se dedica a reparar electrodomésticos, con lo que para el representa el vehículo la posibilidad de desplazarse, almacén de herramientas y repuestos y algunos días, según le pille, comedor donde dar cuenta de la tartera o un bocadillo comprado entre reparación y revisión.

La sigla VAO aplicada a uno o varios carriles de la autopista significa “Vehiculo de Alta Ocupación”. Según mi criterio, licencias poéticas aparte, debería ser VOA, pero no es ese el eje de este suelto. A mi amigo le viene muy bien que le acompañe en su desplazamiento por que la definición de alta ocupación está en la cantidad de dos personas. Esto es, los coches con dos o más personas pueden acceder a estos carriles especiales, lo que supone un beneficio en una menor densidad de tráfico y por tanto más comodidad y rapidez en llegar al trabajo. Yendo el solo debe utilizar la zona normal de la autopista, lo que supone levantarse antes e ir más pendiente de la circulación, mucho más densa y complicada.

Ya había observado antes el hecho: NO TODOS LOS VEHICULOS que circulan por aquí llevan dos personas en su interior. Evidentemente, el riesgo de error en esta apreciación puede ser mío y más o menos alto. Pueden ir durmiendo en el asiento de atrás o a lo mejor acurrucaditos en el maletero, con lo cual se cumple el número.

Pero lo que realmente ocurre es que hay mucho listo y desconsiderado. Ya se ha oído que algunos se toman la molestia de llevar muñecos o muñecas hinchables para despistar o sillitas de niño en el asiento trasero con muñecas más o menos grandes que dan el pego. Pero no, hay una gran mayoría que acceden al carril por “todo el morro” teniendo en cuenta que a esas primeras horas de la mañana es más bien escasa o nula la presencia de agentes de tráfico que vigilen a estos “listos”, amén de que es bastante complicado pararlos y multarlos por las especiales características y velocidad de la circulación.

El pasado viernes me puse manos a la obra. En los poco más o menos siete minutos que estuvimos circulando por el carril especial, fuimos adelantados por NUEVE vehículos que, aparentemente, iban ocupados por menos de dos personas, con lo que claramente estaban infringiendo la norma.

Lo más grave es que estas cosas, como el aparcar bajo señales de prohibido o en las aceras, si no se cortan de raíz, se generalizan, y rápidamente. Por qué voy a estar yo aguantando el tapón o madrugando si lo normal es que haga la trampa y las posibilidades de que me pillen son pocas o casi inexistentes.

Desconozco la multa y los puntos que conlleva esta transgresión, esta falta de desconsideración y esta prepotencia y esto lo puedo asociar con que los nueve vehículos a los que me he referido eran todos de gama alta o muy alta. Que cada cual saque sus conclusiones. Seguro que no hay relación directa pero el dato es cuando menos curioso.

viernes, 21 de marzo de 2008

CUCURUCHOS


Los más comunes, y casi únicos, en la actualidad son para los helados. En épocas no muy lejanas, antes de que nos invadiera el plástico, las pipas o cacahuetes se compraban en cucurucho, los fruteros los fabricaban con hojas de papel de periódico para servir la fruta a sus parroquianos o las castañeras para despachar las castañas calentitas. De niños nos servían de gorras de piratas o sombreros de espadachines en nuestros juegos infantiles
Hoy es Viernes Santo y por lo tanto estamos inmersos en plena Semana Santa. Es un nombre antiguo y tradicional, religioso, asignado a una determinada semana del año, que curiosamente varía en su ubicación de unos años a otros, dependiendo de no sé qué luna en no sé qué fecha según se estableció hace muchos años por motivos religiosos. El resto de fechas religiosas, por delante y por detrás, pivota en torno a donde se halle situada esta semana en el calendario.
Opino que cada vez es un poco menos Santa. O por lo menos con otras muchas cosas adicionales. Son días libres, de vacaciones, que la gente aprovecha o aprovechamos para escaparnos de la rutina y huir en manada a la playa, a la montaña, a la casita de la sierra o hacer ese viaje organizado a algún otro país o ciudad que deseamos conocer.
En la parte religiosa, los que la viven de forma participativa saben lo de los cucuruchos, aunque no igual en según qué zonas de España.
Hace ya muchos años, cuando iba a iniciar mis participaciones activas en los desfiles procesionales de la Semana Santa de mi pueblo, uno de los principales problemas en la confección del traje de nazareno era el cucurucho, bueno, vamos ya a emplear su nombre técnico, capirote, que se sitúa en la cabeza a modo de sombrero pero cubierto por una túnica. Académicamente, el capirote es el conjunto formado por el cucurucho en sí y la tela que lo recubre y que generalmente oculta la identidad del nazareno o penitente, dejando únicamente un par de aberturas para los ojos. Podía hacerse de cartón o plástico, material este último que me parecía más duradero y resistente, máxime cuando los días de desfiles son aprovechados por los hados meteorológicos para llover o incluso nevar. Mi padre, con buen criterio, ese criterio que da la experiencia de muchos años, abogó por hacerlo de cartón, a pesar de mis objeciones. El suyo contaba con muchos años, muchas puestas y muchas lluvias y ahí aguantaba tan pancho. Además tenía la ventaja de absorber el sudor de la frente y cuero cabelludo, máxime cuando yo desfilaba cargando sobre mis hombros las andas al Santo Cristo de la Buena Muerte, lo que implicaba un esfuerzo y por lo tanto una sudoración extra.
Tras veinticinco años de procesiones y cargas me ha llegado la jubilación penitencial, pero el capirote, o cucurucho, de cartón, que hiciéramos sigue “funcionando” a pleno rendimiento. Por el momento no lo usa nadie, pero no quita que vaya a parar a alguien, o a mí mismo si retomo mis desfiles como nazareno de fila, de procesión, llevando como única carga el farol reglamentario que tengo desde hace muchos años y no he usado nunca.

ENCERRADOS


Y congelados. Hace un par de años empezamos a sufrir robos en la distribución de las botellas de propano que servían para la calefacción y agua caliente de una casita en la playa. Costó varios meses y unas pesquisas dignas del mismísimo Sherlock Holmes el poder detectar el sistema que utilizaba un “honrado repartidor”, según su responsable, para escatimarnos el contenido de las botellas de propano que nos suministraba. Claro, nunca estábamos en casa por la utilización esporádica de la misma, cuando el mencionado repartidor accedía a la caseta de las botellas y daba el cambiazo por otras. El modo de cómo lo hacía fue interesante, una vez que lo descubrimos y lo que es peor, no éramos los únicos sufridores en la zona.
Tuvimos que buscarnos la vida, ya que las zonas están asignadas, el repartidor oficial de gas en nuestro pueblo era ese y no había posibilidad de otro. Por otro lado, el transporte de bombonas grandes de propano está prohibido efectuarse en coches particulares, por lo que la solución de ir a buscarlo nosotros donde procediera tampoco era viable. Menos mal que dimos con un distribuidor de una zona anexa, que por casualidad residía en la nuestra y se avino muy amablemente a servirnos las botellas dos o tres veces por año.
El progreso avanza y ha llegado a la zona el gas ciudad. Vimos el cielo abierto, era la solución a nuestro problema, disponer de un contador y gastar el gas necesario cuando fuera necesario sin preocuparnos de que se gastaran las botellas y tener que reponerlas. Han sido unos cuantos meses de sufrimiento, llamadas, idas, venidas, citas no atendidas o atendidas a deshora …. Supongo que esto es consustancial a cualquier operación de este tipo y, a pesar de la tecnología, los móviles, los GPS, etc. etc. el quedar con alguien en tu casa que venga a hacerte un servicio o reparación es una odisea de tamaño descomunal.
Por fin, hace un par de semanas quedó todo el sistema de suministro de gas instalado y funcionando. Se habían acabado las penurias y sufrimientos. Al menos eso creíamos.
Llegamos el sábado después de comer, felices y contentos a pasar la primera Semana Santa con gas a tope, calefacción y agua caliente a nuestro gusto y deseo, todo maravilloso…. Pero no. La caldera que no enciende, parece que no llega gas. Llamada al servicio técnico, toda la tarde encerrados, y congelados, esperándole. Cuando llega nos dice que hay mucho aire en las conducciones, efectúa una purga y deja la caldera funcionando. La calefacción empieza a funcionar cerca de las diez de la noche.
A las tres de la mañana oigo ruidos raros en la caldera. Se apagaba y se encendía, hasta que al final se bloqueó el sistema de encendido con el consiguiente código. Ahora todo va por códigos.
A las nueve de la mañana del domingo, nueva llamada al servicio técnico, con lo que volvemos a quedar encerrados, y congelados, en casa hasta su llegada. Vuelve el mismo de la tarde anterior, efectúa una purga más concienzuda y lo deja funcionando de nuevo. Pero esta vez solo dura poco más de una hora y vuelve a bloquearse.
Yo había visto la manera como efectuaba la purga en el contador exterior. Aunque es gas y por lo tanto peligroso, repetí la misma operación que había hecho el, si bien es verdad que estuvo saliendo aire por la tubería en gran cantidad y en ningún momento olía a gas. Al final no conseguimos ponerlo en marcha, por lo que nueva llamada a los servicios técnicos.
Como está de moda ahora, los números de teléfono empiezan por 902, es decir, pagando y bien, y mucho más si llamas desde un móvil. Luego vimos que las diferentes llamadas se acercaban a los 20 euros de coste, cantidad nada despreciable y encima seguíamos con el problema sin solucionar.
En la llamada a primera hora de la tarde del domingo pretendían enviar de nuevo al técnico, pero nos negamos a seguir encerrados, y congelados, por lo que concertamos la cita para la primera hora de la mañana del lunes, a partir de las ocho de la mañana. Cuando esto escribo son cerca de las once y aquí no ha aparecido nadie.
Seguimos encerrados, y congelados.

viernes, 14 de marzo de 2008

VOTOS


El domingo pasado se han celebrado elecciones generales en el país. Hace ya algunos años, a finales de los años setenta del siglo pasado, los españoles recuperamos esta opción tras unos cuantos años de dictadura. Reconozco que en aquella época sentí una cierta fascinación por el proceso, máxime en las primeras elecciones de carácter local que tuvieron lugar. Todo era nuevo y la novedad trajo consigo una serie de expectativas aportadas por lo desconocido que me llamaban la atención. De hecho estuve a punto de participar activamente como candidato a concejal aunque no por uno de los partidos políticos que resurgieron sino en una candidatura independiente de carácter local. Si bien no lo hice, seguí de cerca los pasos y vicisitudes de un amigo que al final resultó elegido al figurar el primero de su lista de no-partido oficial y que fue bisagra en el primer gobierno municipal durante los cuatro años siguientes, mediando entre lo que yo y muchos empezábamos a conocer como izquierda y derecha.
Han pasado casi treinta años desde aquello y por lo que a mí respecta lamento tener que decir que en la actualidad el desencanto anida en mis pensamientos cada vez que llega un período electoral. Aunque sigo el asunto todo lo de lejos que puedo, no es muy factible evitar los ecos en la prensa, radio y televisión de las encendidas campañas electorales. Viéndolas desde lejos, con los ojos y los oídos medo entrecerrados, me doy cuenta, en mi modesta opinión, de las actuaciones a las que se someten no solo los líderes y principales representantes de los partidos sino también el público que apoya los mítines o actos electorales, como se quieran llamar. El hecho de ser de unos o de otros implica un fervor y apoyo condicional a los míos y un rechazo frontal, diría que con un poco de odio, a los otros, bueno no a todos los otros, sino progresivamente a los que nos pueden hacer sombra.
Muchas de las opciones prometidas y vertidas son fantasiosas, pero bueno, ellos y los que les escuchan lo saben. Luego se intentarán cumplir las promesas, pero tampoco pasa nada si no se llega a conseguirlo. Simplemente se vuelven a prometer en las elecciones siguientes siempre y cuando sea necesario para conseguir los ansiados votos.
Y a esto del voto quería yo llegar. En algún momento me interesó conocer la famosa ley d’ Hont por la que se escrutan los resultados y se designa a los elegidos. Recuerdo que lo hice hace años con motivo de unas elecciones locales y lo que me queda de aquello es que era un tremendo galimatías y que servía para favorecer a los partidos más votados en detrimento de los menos.
No mantendría esta apreciación hoy en día y tampoco voy a estudiarme la ley. Pero lo que si que constato es que si bien son unas elecciones generales de todo el país, no valen lo mismo los votos de unos ciudadanos y de otros. Depende de donde seas, o en términos oficiales, a que circunscripción estés adscrito según el censo, tu voto tendrá más fuerza. ¿Cuánta fuerza? Pues eso no lo sé, pero viendo que con 830.000 votos un partido ha conseguido 10 diputados mientras que otro partido con 1.270.000, 50% más, solo ha conseguido 5, es decir la mitad que al anterior, la cuestión de la fuerza diferente si parece que existe. El primero es un partico de circunscripción nacionalista mientras que el segundo es relativo a todo el territorio nacional. ¿Alguien me explica esto? Y , para más “inri”, si comparamos este 1.270.000 con 5 electos con otro partido que ha obtenido 3 electos con 220.000 votos, o con otro que únicamente ha obtenido 1 con 300.000….. la cara se nos puede quedar a cuadros.
Algo no está bien desde mi más humilde punto de vista. Parece que se favorece a ciertas circunscripciones minoritarias, parece o más bien es cierto a tenor de lo expuesto, que el voto de unos no vale igual que el de otros, lo que permite cierta representación cuantiosa en el Parlamento con una mínima cantidad de votos.
Hay una nada despreciable cantidad de votos en blanco que supera los 400.000 adicionados por la no desdeñable cantidad de 260.000 votos nulos, queriendo o sin querer. ¿Cuántos diputados hubieran obtenido el Partido Voto-en-Blanco o el Partido Voto-Nulo?
Quizá fuera una buena idea asignar el número de escaños a la población total que puede votar y cubrir solo aquellos derivados de la votación en la urnas, de la participación real, dejando vacíos los que hubieran correspondido. Pero no, se llenan todos, acudamos todos o no acudamos ni la mitad a votar, y además, como hemos sugerido en estas líneas, se llenan de una manera que por lo menos podemos calificar de poco ortodoxa desde el punto de vista del hombre de la calle, aunque me imagino que no desde el punto de vista de los partidos políticos.
Los votos en blanco me dan vueltas y vueltas en la cabeza. ¿Ciudadanos que quieren mostrar que cumplen con su “obligación” de votar pero que no se expresan? ¿o que expresan que no les gusta ninguno de los candidatos? ¿o que no les gusta el sistema? ¿o que respetan lo que digan los otros? Cada uno de los más de 400.000 españoles que ha votado en blanco lo sabrá y tendrá su razón particular para obrar así. Pero remato con una última pregunta: Desde el punto de vista práctico, ¿es igual votar en blanco que no votar? Ojo, parece ser que no. El voto en blanco es válido y por lo tanto incrementa la cuenta de número total de votantes. Si tenemos en cuenta que no se consideran aquellos partidos que no alcancen en número de votos el 3% del total, los votos en blanco pueden “echar” literalmente y “quitar” realmente algún diputado a partidos menos votados, diputado que, así a bote pronto, iría a engrosar las filas de los más votados. Sería interesante efectuar un cálculo simulado eliminando los votos en blanco.

viernes, 7 de marzo de 2008

CHABACANERIA

A medida que se van alcanzando una cierta cantidad de años, debe ser consustancial el notar ciertas desavenencias conceptuales con el mundo que te rodea. Es tradición que los padres no entiendan a los hijos y ello es así desde la noche de los tiempos. Los ritmos de vida y las costumbres cambian a toda velocidad de una década para otra.

Hace días me encontré leyendo en la prensa la programación de televisión con un programa titulado “Sin tetas no hay paraíso”. No lo he visto nunca y seguramente no lo veré, pero me llama la atención el título, aunque supongo que de eso precisamente es lo que se trata, que ese título chabacano en mi opinión llame la atención y caigamos presos cual moscas en la miel, atacados de una necesidad imperiosa de que llegue el ansiado momento de sentarnos ante el televisor a devorar su contenido.

El mundo del anuncio no para de generar nuevas y nuevas propuestas. Algunas son novedosas y llaman la atención por su originalidad, pero esto tiene su dificultad y no se consigue todos los días. Por el contrario, parece que el lenguaje soez, las imágenes impactantes y atrevidas y los mensajes rayando la mala educación son fáciles de concebir y diseñar y tienen el campo abonado en una sociedad como la actual. Estará todo medido por encuestas y prospecciones de mercado que habrán decidido que el porcentaje de ciudadanos, como yo, a los que causa rechazo ese tipo de publicidad, es un número insignificante que se ve compensado por el mayor número de consumidores que atenderán el mensaje.

Y es que lo del programita de marras no es un caso aislado. Una gran marca de productos lácteos del norte de España lleva varios meses con un programa de promoción de sus productos titulado “Esto es la leche”. Atractivo para el público en general, pero por lo que a mi respecta rechazable, aunque habría que ver la aceptación que tiene, dado que lleva varios meses en actividad.

Pero la empresa que se lleva la palma por su insistencia en este tipo de publicidad sostenida en el tiempo es una gran superficie dedicada a la venta de electrodomésticos y aparatos de tecnología. Mensajes del tipo “yo no soy tonto” o “todos al suelo” haciendo una alusión directa al 23-F o imágenes de una persona del sexo masculino con una mano en sus partes pudendas generarán a buen seguro un aumento en sus ventas a tenor de la insistencia mantenida en ese tipo de publicidad.

Hay que adaptarse a los tiempos, pero no a todo y a cualquier precio. Algunas cosas son necesarias y viene bien moldear la mente para asimilarlas en una claro camino de resistencia a la vejez. Pero solo con aquellas cosas que sean importantes y que supongan o bien una mejora o bien una necesidad en nuestro camino por la vida. Ni ver en la televisión un programa determinado, ni comprar una determinada marca de leche ni comprar una televisión o lavadora en esa gran superficie son cuestiones vitales, amén de que hay multitud de alternativas a considerar.

lunes, 3 de marzo de 2008

MOBBING


En un foro de personas afectadas por Acoso Psicológico en el trabajo, una persona abría un tema de debate interesante bajo el título “Que me atiendan gratis”. Una de las conclusiones que se podía leer en las aportaciones reza así “Es necesaria la intervención profesional psicológica en mayor o menor grado ….”
En general, no está bien visto ir al psicólogo. Aparte del gasto que pueda suponer, no cubierto, todavía y por mucho tiempo, por organismos oficiales y privados, no hay confianza en que nos puedan solucionar nuestro problema, y esto es por una simple cuestión de tradición. Conocemos a multitud de personas que van al médico pero no conocemos tantas que vayan al psicólogo, por el motivo que sea.
El psicólogo no tiene una fórmula magistral que nos pueda garantizar la curación de nuestro mal. Ninguno podría certificar por adelantado y asegurarnos que tras las sesiones correspondientes nuestro problema va a quedar resuelto. Y estoy hablando en general, para cualquier tipo de tratamiento de cualquier tipo de problema.
El mensaje es que hay tratamientos psicológicos eficaces y efectivos para la gran mayoría de los trastornos. Estos tratamientos son una ayuda a la persona que decide someterse a ellos pero requieren de una participación activa, cuanto más activa mejor, por parte del sujeto que está tratando de solucionar "su" problema. Los tratamientos "pasivos" que se limitan a tomar un medicamento cada ocho horas en esto no funcionan o lo hacen de forma parcial si no van acompañados de una serie de acciones de tipo cognitivo-conductual dirigidas a modificar los pensamientos, manejar las emociones y dotar a los sujetos de herramientas que les permitan manejar los estados psicosomáticos inducidos que no hacen sino agravar más y más el problema.
El Acoso Psicológico en el Trabajo es un problema complejo y multidisciplinar, relativamente "novedoso". Cada vez hay más profesionales, médicos, abogados, psiquiatras, psicólogos expertos en su tratamiento pero todavía queda mucho camino por andar. Y mientras los enfoques vayan dirigidos al tratamiento del o de los síntomas principales, sin acometer el asunto de forma globalizada, será más largo y menos efectivo.
Junto con otros dos compañeros psicólogos estamos desarrollando una Terapia de Grupo para afectados que ha sido aplicada completamente en dos ocasiones y cuyos resultados han sido buenos o muy buenos y de la que hemos dado información en este foro. La experiencia es aplicable a Terapia Individual seguramente de forma mucho más efectiva y eficaz a la vez que más costosa. Evidentemente ha tenido un coste para los que la han seguido y a ellos habríamos de preguntarles si ha sido alto o bajo, y en "comparación con que" en función de los resultados obtenidos y si les ha merecido la pena.
No podemos entrar en si somos o no culpables de la situación y por ello tenemos el derecho de ser tratados de forma gratuita. Mientras esto se dilucida seguimos sufriendo y deteriorándonos. Yo siempre pongo el ejemplo de la persona que es atropellada en un paso de cebra o cruzando debidamente un semáforo. Al conductor causante del atropello lo podrán multar, meterlo en la cárcel y un sinfín de cosas, pero los que estaremos atropellados seremos nosotros y tendremos que preocuparnos de cómo nos "arreglamos". Lo que le hagan al causante de nuestra desgracia podrá tener efectos emocionales y de satisfacción, que serán muy rápidos y pasajeros sobre nosotros, pero nada más.
En resumen, el problema es nuestro, lo tenemos y está ahí, con independencia de quién o qué nos lo haya provocado. Tenemos que hacer todo lo posible por solucionarlo, con iniciativas propias y si estás no son suficientes, con toda la ayuda de profesionales que podamos recabar.
Nos jugamos mucho en ello.