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viernes, 25 de septiembre de 2009

ESCLAVITUD

Los tiempos cambian y a mucha velocidad, y también las formas, pero en el trasfondo de todo sigue habiendo lo de siempre, lo que ha sido y será por los siglos de los siglos, no me cabe la menor duda. La esclavitud nos suena como a cosa del pasado, de los libros que hemos leído o de las series de televisión que nos cuentan historias de romanos y sus minas de oro, de piratas y corsarios que comerciaban con humanos. Nuestros padres nos decían que trabajaban de sol a sol. Ahora es distinto y más taimado, pero solo en la forma y en las maneras, porque en el fondo sigue siendo lo mismo.

Se llaman de otra manera: Empresas de Servicios o Empresas de Trabajo Temporal. Al final, el que hace el trabajo cobra una ínfima parte y uno o más intermediarios por no hacer nada, bueno si, intermediar, se llevan sus pingües beneficios.

En los años ochenta del siglo pasado, cuando todavía no existían estas formas, mi querido tío Rafa, un agricultor hijo de agricultores y que vivía de su agricultura, me lo comentaba:

--- Yo pongo la tierra, la cultivo y la preparo, compro y siembro las semillas, procuro que los pozos tengan agua para el regar día tras día, estoy expuesto a las inclemencias del tiempo, el granizo se puede llevar todo el esfuerzo, así durante la temporada sin domingos ni festivos. Al final, si todo ha transcurrido normalmente, recojo lo sembrado, lo cargo yo en un camión que pago yo y voy a la puerta del asentador con el género. Con buena suerte me lo pagan … medio mal. Luego me entero de lo que vale o cuesta al consumidor final y lo mejor es no pensarlo o cambiar de profesión. Los intermediarios existían y de qué manera en la agricultura.

A mediados de esos años 80 del siglo pasado trabajaba yo en el Servicio Electrónico de una entidad bancaria. Aclaro que lo hacía con gusto, sentía los colores de mi empresa, aportaba con entusiasmo y voluntariedad mi granito de arena y sobre todo, no me consideraba un esclavo ni un explotado. Al ser un mundo complejo, incluso en sus instalaciones, tanto los ordenadores como nosotros estábamos alojados en un edificio específico destinado a un centro de proceso de datos. Entre los muchos empleados, había unos a los que me quiero referir: los vigilantes de Seguridad. Por aquella época eran empleados como nosotros, compañeros, y como tal se comportaban a todos los efectos, sintiendo los “colores” de la empresa y colaborando de forma activa. A modo de comentario recuerdo haber pillado a uno arreglando una cisterna de un servicio porque había empezado a salirse por la noche. Pero “este tipo de empleados” causaban muchas molestias al departamento de Personal, que todavía no se llamaba de Recursos Humanos. Los uniformes, las armas, las prácticas, los turnos, los festivos y un sinfín de características especiales suponían un quebradero de cabeza constante para alguien que decía solo tener que dedicarse a empleados bancarios. La evolución ya la sabemos: desaparecieron como empleados y aparecieron otros que ya no eran compañeros estrictamente sino “coincidentes presenciales” contratados de una Empresa de Seguridad. Los quebraderos de cabeza del departamento de personal se habían acabado: solo coger el teléfono y “dar órdenes” a la empresa de servicios correspondiente para poner o quitar personal, cambiar los turnos o incluso exigir que un determinado día llevaran perros o un elefante rosa. Y eso solo con levantar el teléfono. Otra cuestión es lo que costara o dejase de costar y la calidad del servicio.

Con el tiempo se empezó a externalizar todo. Los servicios de limpieza, los servicios de correspondencia, el departamento de ensobrado de documentos…. y hasta algunos departamentos del propio centro de cálculo. Empezaron a aparecer empresas, algunas sospechosamente dirigidas por amigos o parientes de alguno de los directivos de ese centro que en algunos casos progresaron más de lo que por sus sueldos mensuales pudiera parecer. Al buen entendedor, pocas palabras. Todo era más fácil de gestionar al no tener que pasar por la contratación y las estrictas formas del departamento de personal, amén de quizá obtener algún beneficio secundario, para sí o para terceros.

Muchos años después, en la actualidad, todo esto ha evolucionado…. a peor, mucho peor. Entre el trabajador puro y la empresa o particular para la que realiza su actividad suele haber empresa o empresas intermedias que se llevan su parte por todo el “morro” como se dice en el lenguaje popular.

A riesgo de extenderme un poco voy a comentar un hecho que me ha sucedido a mí hace unos meses y que, aunque solo es un ejemplo aislado, refleja esto que estamos comentando y mucho me temo que no es tan aislado.

La empresa “A” necesita contratar un especialista informático para su departamento de sistemas. La empresa “A” es una de las más grandes de este país que es España. De esas que figuran en el IBEX, de esas que deberían dar ejemplo en sus formas de hacer. Como no puede debido a sus requerimientos internos contratar directamente un empleado, se dirige a la empresa de servicios “B”, también una de las grandes, para que le facilite un empleado de las características requeridas para un trabajo de larga duración, casi permanente. La empresa “B” no lo tiene entre sus propios empleados y deriva la petición a la empresa “C” ya más pequeña pero también de relativo tamaño, que tampoco lo tiene y empieza a buscarlo. Para ir directo al grano y no entrar en detalles, “A” tiene un presupuesto anual de 12 castañas para ese puesto y la oferta máxima que llega a hacer “C” al trabajador es de 4,5 de esas castañas. Año tras año, “B” y “C” se embolsican 7,5 castañas por hacer poco o nada, pero son las que tienen los contactos y las bendiciones en este asunto.

De todo esto me entero con pelos y señales porque conozco directamente a las personas físicas y reales por las que ha pasado este asunto en las empresas “A”, “B” y “C”. En el fondo de este asunto “A” está pagando una cantidad más que suficiente y querrá que el empleado realice un trabajo acorde, asuma horarios desproporcionados, guardias 24x7 semana sí semana también, festivos, trabajos especiales fuera de horario, sepa inglés, francés, alemán y conocimientos de chino y no ponga pegas cuando le empresa le requiera para ayudar como voluntario en una carrera popular que organiza un domingo por la mañana por las calles de la ciudad. Pero recordemos que al empleado “superman” que tiene que hacer todo eso solo le llegan 4,5 castañas. No sabemos lo que valen las castañas, pero la proporción es esa.

Más claro, agua. Más blanco, leche y en botella.

¿Se ha erradicado la esclavitud?