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domingo, 18 de octubre de 2009

TOPES


Una palabra corta pero dura y contundente. Puede tener muchos significados, en general referidos a conceptos de límites pero yo he escogido el realizar este comentario por su inclusión en una frase hecha que se utiliza con bastante frecuencia. O mejor dicho, se utilizaba. El lenguaje está sufriendo el acoso de las prisas, del agobio, de la simplificación hasta límites insospechados. La aparición de los mensajes por teléfono móvil ha servido para dar una vuelta de tuerca a este abaratamiento del lenguaje dejándolo en unos límites que resultan grotescos. El tener que escribir poco y rápido en un teclado miniaturizado como es el de los teléfonos móviles, hace que se vayan imponiendo nuevas formas de abreviaturas que su uso cotidiano las generaliza por encima de lo que sería razonable.
Un clásico en este tipo de misivas es emplear la letra “q” como abreviatura de “que”, el signo “+” como abreviatura de “más” o el signo “x” como abreviatura de “por”. Esto son solo unos ejemplos de lo más extendido. Pero al final las costumbres traspasan fronteras y es muy corriente ver apuntes de universitarios, incluso escritos al ordenador que contengan estas “expresiones abreviadas” por ser educado con ellas. Estamos inventando de nuevo la taquigrafía para recoger de forma escrita el lenguaje hablado, mucho más rápido y fluído.
Eso cuando no inventamos palabras alternativas para describir situaciones que han estado claramente definidas por el lenguaje desde todos los tiempos. Lo malo es que invariablemente esas expresiones populares acaban con el tiempo colándose en el diccionario con el pretexto de que es un enriquecimiento del lenguaje. Mi modesta opinión es que se trata de todo lo contrario: un empobrecimiento.
Hace unos días oí la expresión “petao”. Creo que no hace falta mencionar que es una expresión popular, bastante generalizada, que no viene en el diccionario. Si existe el prefijo “peta” cuyo significado es “mil billones de veces” y que podemos encontrarlo en el lenguaje informático: “petabyte” nos indica un tamaño de almacenamiento de diez elevado a quince bytes, aunque esto es académicamente inexacto por las diferencias entre la base numérica dos y la base numérica diez. Pero no divaguemos.
Una de las posibles acepciones de “petao” es indicar que un espacio estaba “lleno hasta los topes”. Evidentemente es más corto y más rápido de usar, lo que concuerda con la prisa y el ahorro general. Otra cosa es la riqueza y elegancia del lenguaje que acaba siendo destronada por expresiones como esta que, con el tiempo nos colonizan y acaban relegando al olvido las antiguas. Al no tener una definición oficial, el uso de “petao” es a gusto de cada cual, por lo que es frecuente oírlo también cuando un ordenador o aparato se bloquea o una persona adquiere músculo a base de visitar el gimnasio. Más trabajo para los coleccionistas de sinónimos.
“Hasta los topes” es una acepción que he oído desde siempre para indicar que algo está muy lleno, algo así como la otra expresión que indica que “no cabía ni un alfiler”. Aunque no estoy muy seguro ni he podido encontrar la descripción, la frase se acuñó cuando en otros tiempos los tranvías iban tan llenos que la gente se subía como podía a ellos, incluso apoyándose en los topes que estos vehículos tenían por delante y por detrás, equivalentes salvando las distancias a los paragolpes o mejor parachoques de los coches. Parece que parachoque en un coche es algo más integral y que ocupa toda la superficie que puede entrar en contacto del vehículo mientras que “topes” eran dos piezas en la parte frontal o trasera de los vehículos tipo ferrocarril, como trenes o tranvías, que circulan por vías y que por lo tanto es relativamente sencillo determinar el punto en que van a “topar” o bien unos con otros o bien en sus maniobras de aparcamiento.
Durante mi servicio militar en la ciudad de Melilla, vi con frecuencia vehículos y animales cargados hasta los topes, pero no de personas, sino de cosas. El acuartelamiento estaba situado en la misma frontera con Marruecos y era frecuente el transporte de mercancía entre uno y otro país. Se aprovechaba el viaje hasta límites insospechados por lo que era frecuente ver un bicicleta con un sofá en el trasportín, o tres tubos de saneamiento más del doble de largos que la propia bicicleta montados como si fueran tubos de un torpedo o un pobre burro cargado con fardos que dejaban ver apenas las patas y la cabeza del animal. En países poco desarrollados pueden seguirse viendo estas escenas a través de “youtube” y hace unos años también lo pude comprobar al visitar Cuba en los transportes de la capital o en camiones por las carreteras abarrotados de gente.
Al oir la palabra “petao” me ha venido la idea de buscar la foto del tren indio que acompaña a esta entrada en el blog. Eso sí que es ir lleno “hasta los topes” y mucho más, ya que parece que ni siquiera el conductor es capaz de ver por donde circula el tren. Luego he encontrado la otra fotografía del camión que viene a ilustrar la misma idea.