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domingo, 15 de noviembre de 2009

DIARIO


Por múltiples razones la gente escribe diarios. En cierto modo un moderno “blog” es un diario, aunque tiene otras connotaciones, ya que pudiéramos considerar el “blog” como un espacio público, que cualquiera puede leer, mientras que parece que el diario es más personal, más íntimo, casi de uso exclusivo para la persona que lo escribe. Entendiendo el diario como un poner por escrito las vivencias, pensamientos y sucedidos que acontecen a una persona durante un determinado período de tiempo. La palabra diario sugiere que debe ser cada día, pero en muchas ocasiones se trasciende esta temporalidad y se escriben referidos a períodos más amplios, semanas, meses e incluso épocas de la vida en las que uno siente la necesidad, por diversos motivos, de dejar un rastro escrito. Generalmente es una cosa personal, para recordar en el futuro y poder revivir con más intensidad experiencias que nos han sido gratas, o no tanto.
En lo que a mí respecta, he escrito diarios en múltiples ocasiones de mi vida y por diferentes motivos. Antes de la época de tener ordenadores en casa, los diarios eran por lo general manuscritos, en papeles, en hojas sueltas o donde se podía. El más completo de todos que recuerdo es el que realicé día a día durante todos los días de mi servicio militar, contando con pelos y señales todas mis vivencias en aquel año largo de secuestro legal. En muchas ocasiones pensé que si algún día me pillaban me iba a costar una buena reprimenda y quizá algo más, ya que lo escribía según lo sentía y lo veía. Y en el servicio militar, al menos en “mi” servicio militar había muchas cosas que no me gustaban. Las personas masculinas que lean esto y hayan pasado por la experiencia de servir a la Patria de aquella manera podrán entender a que me refiero.
Lamentablemente no obra en mi poder ese diario. Aprovechaba las salidas del cuartel para dirigirme a la oficina de correos y enviarlo de forma personal a mi entonces novia, Con el paso del tiempo lo perdí de vista y nunca lo recuperé. Hubiera sido un buen documento, ahora con el tiempo pasado y la “mili” abolida en su forma obligatoria, de ver lo que ocurrió allí y como se funcionaba en un cuartel perdido en una de las plazas africanas en la que consumí, desde mi punto de vista desperdicié, trece meses de mi vida.
Otro diario bastante detallado y denso se refiere a una etapa bastante accidentada de mi vida laboral. Escribir el diario era una manera de evasión, de poner por escrito todo aquello que acontecía y que se escapa a cualquier forma de desarrollo normal de un entorno laboral. De vez en cuando, ahora desde la distancia, me gusta leer algunos pasajes y recordar algunos hechos, para darme cuenta de lo que tiene que aguantar el ser humano para seguir adelante. Muchas veces me parece imposible que aguantara aquellas situaciones tan repetitivas y tan dañinas.
Reproduzco aquí una entrada de un día cualquiera. Como es lógico los nombres de las personas han sido sustituidas por códigos, que, ya aviso, pudieran parecer iniciales y no lo son. Son “motes”, más o menos graciosos o más o menos descriptivos de las actividades a las que se dedicaban mis “coincidentes laborales”, la palabra compañero tiene otras connotaciones muy diferentes, y que se servían para dar algo de humos a mi maltrecha existencia. Ahí va.
No había ninguna duda, pero día tras día nos afirmamos como un departamento maldito, como un grupo, o aprendices de grupo, que se esfuerza y se afana por mantenerse alejado de lo que debería ser un equipo. Pareciera que estamos deseando que cualquier componente tenga una desgracia y “meta la pata” para caer sobre él y expandir la basura por todos los lados y rincones. A primera hora de la mañana, =UBC= me ha sugerido que le acompañara a la sala de laboratorio a realizar una importante modificación que consistía en la activación dinámica de múltiples cambios que afectaban a varios ordenadores.
Estaba todo medido y estudiado con sumo cuidado, pero es evidente que la gente que trabaja y realiza operaciones y cambios es la que se puede equivocar. Los que están en su mesa, mirando y fisgando lo que hacen los demás, solo pueden aspirar a ser como los buitres, esperar la muerte de los demás y bajar después a ver qué pillan de sus huesos. Al llegar a la sala estaba allí =PFP=. No teníamos ni idea de lo que estaba haciendo, pero hemos esperado, pacientemente y sin decir nada, a que acabara sus operaciones. En algún momento ha llegado por allí =MHP=. Cuando han acabado, hemos empezado con lo nuestro.
Yo únicamente servía de apoyo moral a =UBC= ya que lo que iba a realizar era, aunque me suena, desconocido para mí. En un momento de las operaciones, hemos afectado de forma negativa a un ordenador, lo que ha derivado en una parada del sistema de pruebas, repito, de pruebas, de nuestro propio departamento. Inmediatamente hemos sido avisados y cuando lo estábamos mirando, cuando lo estaba mirando =UBC=, se ha recibido una llamada telefónica a través del encargado del laboratorio de =PFP= a ver qué pasaba. Se ha puesto =UBC= al teléfono y le ha dicho que se había visto afectada una máquina por el cambio que habíamos implementado pero que no sabíamos realmente que había pasado, que en cuanto lo supiéramos se lo comunicaríamos, a él y a todos los demás.
Hemos seguido a lo nuestro y al rato ha llegado =CHC= diciendo que se le había quejado =PFP= de que no habíamos querido contestar a su pregunta y ni siquiera hacerle caso. Le hemos aclarado lo que había pasado que distaba mucho de su acusación. Parece como que =MHP= y =PFP= pueden hacer lo que les de la gana, meter cambios a los sistemas a su antojo, sin contar con nadie, y sin embargo nosotros, integrantes del departamento como ellos, no solo debemos de abstenernos de hacer nada sino que tenemos que pedir permiso, a ellos, antes de hacer cualquier cosa. Ya en una ocasión anterior me han acusado de “poner en peligro la integridad de los sistemas” en palabras de un correo “incendiario” remitido por =PFA=, otro diferente de =PFP=, seguramente a instancias de =MHP=.
Cuando bajamos a la cafetería tras haber acabado nuestras operaciones, una persona de otro departamento, con risas y gracias, nos ha dicho que .... “ya os habéis cargado el sistema.... vaya vaya” lo que indica que se ha aireado la caída y quienes habían sido los autores. Nada extraño, sabiendo del proceder que habitualmente ostentan estos “compañeros”. Este ánimo ha hecho un poco de mella, creo yo, en =UBC=. Me he esforzado por hacerle ver que esa era la tónica habitual de “ellos”, de los “otros” conmigo y, por lo que estaba empezando a parecer, con él. Mi consejo es que estuviera preparado y diera a las cosas la importancia que tienen, que es mucha, pero que no le afecte.