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lunes, 28 de diciembre de 2009

PC

Cuando en 1981 la empresa IBM puso en el mercado el primer “Computador Personal”, estaba sentando las bases de llevar a los hogares lo que hasta ese momento había estado reservado a grandes empresas: la posibilidad de disponer de un ordenador a nivel personal para almacenar información y realizar diferentes procesos de forma automatizada y rápida.

Esto ha sido una constante a lo largo del tramo final del pasado siglo XX. Los hogares se han ido llenando de aparatos que los que antes era impensable disponer a nivel casero. Un ejemplo de ello es el vídeo, que empezó también por los años 80 a introducirse para poder disponer en el momento que deseáramos de programas de televisión y películas. La música había llegado antes a través de los discos de vinilo y los radiocasetes. Pero poco más había en un domicilio que la televisión, en blanco y negro hasta finales de los setenta, y el tocadiscos, además de por supuesto la radio que llevaba mucho tiempo como reina del contacto del hogar con el exterior.

Ahora estamos invadidos de “cacharros” que nos sirven para hacer multitud de cosas y que en teoría nos hacen la vida mucho más confortable. Pero también pagamos un precio por ello, no solo económico sino en tiempo y dedicación.

Volviendo al tema del Personal Computer, los primeros Sinclair, Commodore y Amstrad, utilizando el televisor como pantalla, empezaron a dejarnos hacer nuestros pinitos en la informática, no solo por la posibilidad de iniciarnos en lenguajes de programación, tales como basic o logo, sino por la posibilidad de generar imágenes e incluso música. Recordemos que el precio de un PC de IBM por aquellas fechas era de un millón de las antiguas pesetas y que los pequeños no eran precisamente baratos. Mi primer PC fue un Commodore-64 que compramos entre tres compañeros de la oficina y del que disponíamos semanalmente por turnos.

Ya a principio de los 90 con el desarrollo y la producción en serie de PC el precio fue abaratándose poco a poco al tiempo que se fueron desarrollando nuevos sistemas operativos y programas para hacer todo tipo de trabajos, tanto profesionales como de ocio. El desarrollo de la internet que explosionó a mediados de los años 90 fue el espaldarazo definitivo para que todos, o casi todos, tengamos la necesidad de poner un PC en nuestras vidas, y no solo de ponerlo sino de utilizarlo más tiempo del que quizá debiéramos. He oído con cierta frecuencia a mujeres decir de sus maridos que “se pasa todo el día en el ordenador”.

En la línea que hemos hablado de llevar todo al confín casero, el ordenador es hoy en día un punto central. Se parte de la base de que todos tenemos ordenador en casa y con conexión a internet, preferiblemente ADSL con una cierta velocidad. Y basados en esto, las empresas y desarrolladores nos envuelven en una dinámica cada día más creciente de utilizar el ordenador como base de todo. Vamos a poner algunos ejemplos, que si bien todavía no son generalizados pueden ser la base de lo que ocurrirá en el futuro no muy lejano.

Lo primero que llegó al ordenador fue la música. La digitalización de la música tradicional en los conocidos MP3 y otros formatos similares, empezó a llenar los discos duros de los ordenadores. La posibilidad de conectar el ordenador con el amplificador y el equipo de música tradicional ha ido relegando los CD’s a los trasteros y lo irá haciendo cada vez más al disponer hoy en día de discos duros multimedia que situamos al lado de la televisión y el equipo de sonido y que permiten disponer de cientos de CD`s sin ocupar espacio y disponibles con solo encender la televisión y utilizar el mando a distancia para seleccionar carpetas que pueden contener cientos de horas de música sin tener que andar cambiando los discos de forma física.

Luego le llegó el turno a la imagen, que también sucumbió a la digitalización. En cuanto a la fotografía, las cámaras de película van desapareciendo paulatinamente y dejando paso a potentes y modernas cámaras digitales con las que tomamos cientos y cientos de imágenes apenas sin coste que acaban siendo archivadas, como no, en el disco duro de nuestro ordenador. Al igual que la imagen estática de una fotografía, la imagen en movimiento de una película ha pasado por el mismo proceso de digitalización. Los vídeos tradicionales en cinta van muriendo poco a poco dejando paso a grabadores digitales en DVD o en disco duro, cuando no los propios discos duros multimedia situados al lado del televisor hacen esta función. El medio físico, disco, cinta, CD, DVD…. Tiende a desaparecer y dejar paso a la grabación en disco duro. En mi caso tengo que decir que es así.

El proceso que está explosionando en estos momentos es el del libro electrónico. Se creía que no le iba a llegar el turno, pero está ahí. Yo ya tengo varios amigos que leen libros, revistas y periódicos en su lector digital y yo mismo entraré en ese mundo en unos días si los Magos de Oriente tienen a bien acceder a mi petición. Como todo cuando empieza, los aparatos son caros, hay multitud de formatos y posibilidades y la cosa está liada, pero he decidió meterme en ella y que me quiten lo "bailao".

Este es un proceso imparable. La industria seguirá desarrollando ordenadores más potentes, discos duros más capaces y fiables y nosotros iremos metiendo todo esto en nuestros hogares para disponer cada vez de más y más información y hacer las cosas de diferente manera a como las hacíamos hasta ahora.

En tono un poco jocoso, que se preparen los churreros, que dentro de poco estaremos haciendo los churros con el ordenador de nuestra casa.

domingo, 13 de diciembre de 2009

FUGAS


El momento de escribir estas pequeñas disquisiciones mentales es una buena excusa para echar un vistazo al diccionario. Con acceso a internet es muy cómodo y de paso se puede aprender siempre algo nuevo. La palabra del título tiene varias acepciones. La que a mí me parecía más normal, por aquello de las muchas películas que han tratado el tema, la de escaparse de una prisión no aparece muy contemplada en el diccionario.

Yo aquí me voy a referir a otras mucho más caseras, más cercanas y más fastidiantes.

El mundo de internet ha revolucionado nuestras vidas. Por lo menos la mía, Y para pequeño botón de muestra esta historia que les voy a relatar. Tomé contacto con internet hace ya trece años con motivo de mi trabajo y a través de conexiones en la empresa. No había tanta información como ahora pero el correo electrónico ya supuso un salto cualitativo que te permitía contactar en minutos con personas que estaban a miles de kilómetros. El teléfono también lo permite, pero no es lo mismo.

Hoy día, con mucha, muchísima más información, bien es verdad que buena, mala y regular, podemos buscar y encontrar solución a nuestros problemas, aunque en algunas ocasiones no resulta fácil y hay que tener un poco de tesón y convencimiento en la búsqueda, tratando de no darse por vencido a las primeras de cambio.

Y Vd. dirá que qué tiene esto que ver con las fugas. La acepción que me interesa del diccionario reza así; “Salida de gas o líquido por un orificio o por una abertura producidos accidentalmente”. La llegada a nuestras casas de servicios como el gas o el agua hace que tengamos la posibilidad de que se produzcan fugas. En la casa del pueblo de mi abuela, hace cuarenta años, donde el agua corriente era a base de ir con cubos a la fuente pública, pocas fugas de este tipo se podían producir.

Hace poco más de dos años tuve una fuga en el circuito de la calefacción, ese que hace unos años dejaban enterrado bajo baldosas, azulejos y parquets como si fuera eterno. Pues no, no es eterno y con el paso del tiempo se producen fugas. Fue una locura y menos mal que la parte pecuniaria corrió a cargo de la compañía de seguros. Para complicar la cosa vivo en un piso donde no hay vivienda humana debajo. Supongo que los animales que moren allí, ratas o similares, no van a subir a quejarse si detectan que les cae agua procedente de la fuga del circuito de mi calefacción, cosa que sí hice yo con mi vecino de arriba cuando le ocurrió a él y el agua me caía a mí. Estoy especialmente sensibilizado con esto, ya que hace años, en una época temporal en la que vivía una casa antigua, se rompió una tubería en el baño a media mañana que dejó las casas de los vecinos de abajo pasadas por agua y remojadas, y hasta tuvieron que cortar el agua de todo el edificio llamando a los empleados municipales ya que yo estaba fuera y no me pudieron localizar.

Como digo, hace dos años sufrí la misma avería. Lo difícil es localizarla para lo que hubo un primer intento fallido en una habitación que costó levantar el suelo de parquet, ponerlo de nuevo y acuchillar y barnizar. Una locura. Al segundo intento se localizó la avería en la terraza, justo en la salida de la caldera y la cosa fue menos engorrosa.

Pero otra vez no, tener que volver a lo mismo de nuevo en tan poco tiempo. Como la pérdida no era muy grande, solo cuando la calefacción estaba puesta, rellenaba y rellenaba el circuito, a veces hasta en tres ocasiones al día para evitar la falta de presión. Paralelamente me puse a investigar en internet a ver si había alguna solución “no cruenta” a este asunto. Realmente iba buscando un sistema de inyectar líquido especial en el circuito y tratar de localizar la fuga con una aparato de rayos-X pero ya me dijeron y lo constaté que esto solo funcionaba con tuberías con gran presión, y la nominal de un circuito de calefacción, alrededor de 1,2 en mi caso, no es suficiente para que este sistema de RAYOS-X funcione.

No me di por vencido y de vez en cuando atacaba a Mr. Google buscando y buscando información sobre fugas, fontanería, calefacciones, circuitos, etc. etc. La constancia fue premiada. En una web alemana ( http://www.sks-sotin.de ) encontré información en castellano acerca de una serie de productos líquidos que podían ser mezclados con el agua del circuito y corregían las fugas. No me lo podía creer, ni que existiera esto ni que además funcionara. Abierta esta línea de investigación, el asunto era conseguir el producto y utilizarlo. La representación en España está radicada en Barcelona y en una llamada telefónica a esa empresa no vi posibilidades reales de que me facilitaran alguna dirección en Madrid o que me mandaran por correo o courier el preciado líquido al ser yo un particular.

Vuelta a investigar de nuevo hasta que por fin encontré un gran almacén en Madrid (http://www.suner.es/ ) en el que disponían, por el momento, de una última botella del “preciado líquido”. Una llamada telefónica, una reserva y tras abonar el precio, que no es pequeño, tuve la botella de 1 litro en mi poder. Lo más importante estaba conseguido, pero ahora había que hacer lo más fácil, en teoría, que era introducir el líquido en el circuito de calefacción. Lo suyo era llamar a un fontanero, exponerle el caso y conseguir que viniera a casa.

Después de haber estado investigando e investigando, no estaba de más seguir investigando acerca de métodos y formas para hacer esto. No fue tampoco fácil, pero en un foro vi una entrada de una persona que sugería lo que yo acabé realizando: Desmontar el purgador de un radiador, preferentemente en cocina o baño por aquello del agua que se pueda salir, vaciar un poco el circuito y poco a poco introducir el líquido. Para facilitar esto me preparé un invento casero como el que se puede apreciar en la fotografía a base de un canuto de silicona y un embudo. Comentándolo con un amigo me habló de haber comprado en la farmacia unas jeringuillas de gran tamaño que me hubieran servido igualmente. Tarea conseguida.

El proceso estaba realizado. Ahora quedaba ver si funcionaba, pues yo no las tenía todas conmigo. Pues….. ¡ FUNCIONA ¡ Han pasado ya varios días y el circuito no ha perdido ni una gota, se mantiene exacto en su presión nominal de 1,2.

Se me antoja que este es un producto revolucionario y que solucionaría de forma limpia y elegante problemas de este tipo que son frecuentes en instalaciones antiguas que discurren por debajo de los suelos. Al parecer ahora se ubican en los techos bajo escayola que es más fácil de destrozar y reponer, además de verse enseguida donde está la fuga.

Como de internet he obtenido información, este es mi granito de arena al devolver, a internet, esta información.

sábado, 5 de diciembre de 2009

ñ



Allá por mediados de los años setenta del siglo pasado, uno de mis cometidos en el departamento de informática de una gran entidad bancaria española era ocuparme de las impresoras, esas máquinas que estaban todo el día vomitando papel continuo, ese con agujeritos a los lados y generalmente pautado para una mejor legilibilidad dada su anchura, que era considerable, 12 pulgadas nada menos. Aunque el modelo es lo de menos para el conocimiento general, dejaré constancia aquí de que se trataba de una 1403 de IBM.

Las posibilidades de adaptación y de personalización de la impresora eran muy pocas. Teniendo en cuenta que la fabricación era americana, el juego de caracteres estaba formado por las letras, mayúsculas y sin acentos, los números y algunos de los signos del alfabeto inglés o internacional como se daba en llamar en aquellas fechas. Estaban la arroba (@), el signo del dólar ($) y el que los americanos llamaban “number” (#) y que aquí recibía toda clase de acepciones quedando como más popular la de almohadilla. Pero hubo una cosa que me llamó la atención desde el principio, y no fue otra que la inexistencia de la letra, mayúscula, “Ñ”, tan española y con tanto derecho como las demás.

Con un poco de prurito más personal que profesional, empecé a interesarme por el tema. La contestación que obtuve de mis superiores y de los responsables de IBM es que las cosas eran así y que no tenía el asunto mayor importancia. Uno de los trabajos que mayor imagen externa era la impresión de la correspondencia de los clientes, entre los que había algunos en cuyos apellidos figuraba la letra “ñ”. Supongo que para las personas que recibían sus comunicaciones sin su nombre correctamente escrito sí que tendría alguna importancia.

Al no existir la “ñ” en el juego de caracteres de la impresora, se había tomado como medida el sustituirla por la anteriormente mencionada almohadilla, aunque también durante algún tiempo se utilizó el “slash” e incluso el signo del dólar, a juicio y criterio del empleado que tecleaba los datos en los teclados de los terminales bancarios que, lógicamente, tampoco disponían de la controvertida “ñ”. Así, apellidos tan corrientes como PEÑA u OCAÑA podían verse escritos en la correspondencia de los clientes como PE#A, OCA/A o PE$A. Eso cuando el empleado, en un arrebato de que las cosas se parecieran lo más posible a la realidad sustituía la “ñ” por una simple “n”. En el caso de OCAÑA se vería como OCANA pero en el caso de PEÑA el resultado era PENA, cuyo significado era muy distinto al original.

Tomándomelo como una cuestión profesional, indagué la posibilidad de disponer en el juego de caracteres de las impresoras de la letra “Ñ”. Incluso involucré a mis jefes para tomárnoslo como una cruzada contra esa imposición absurda. La andadura fue larga, difícil y costosa, ya que hubo que hacer un encargo especial a la fábrica de IBM en Estados Unidos para que nos mandaran cadenas adaptadas que contuvieran la “Ñ” para nuestras impresoras y además hubo de modificarse el programa de control interno de la máquina para que reconociera e imprimiera el carácter o carácter que decidiéramos con la “Ñ”. Otro problema. Teniendo en cuenta que en la mayoría de los ficheros con titulares, antes no se llamaban bases de datos, las eñes se había puesto como “/” parecía lógico imprimir el “/” como “Ñ” pero esto no se podía hacer, puesto que el slash también se empleaba para otras cosas, tales como los números de expediente que tenían la forma 207/1976, por lo que no podíamos desvestir un santo para vestir otro.

Al final se optó por imprimir la almohadilla como “Ñ”. Recordemos que solo había mayúsculas en aquellos años. La tarea enorme era ahora buscar por todos los ficheros de datos donde hubiera símbolos utilizados como “eñes”, y cambiarlos por almohadillas de forma que al llegar a la impresora tuvieran su “Ñ” además de instruir a los empleados de las oficinas para que a partir de ese momento se utilizara la almohadilla en lugar de la ñ en los datos que se introdujeran a través de los terminales.

Aquello fue un trabajo enorme y supongo que nunca se llegó a acabar del todo. También desconozco si los PEÑA y los OCAÑA se alegraron un poquito cuando les empezaron a llegar sus cartas con su apellido correctamente escrito. Si una entidad bancaria de primer orden no se preocupa de estas cosas, que parecen nimiedades pero que no lo son, quién se va preocupar de ello.

A finales de los setenta empezaron a llegar a los departamentos de informática las primeras impresoras con caracteres programables. Ya que hablamos de modelos diremos que fue la laser 3800, con lo cual cada instalación podía generarse los caracteres que quisiera a su gusto. Incluso diseñamos signos raros que combinados debidamente eran firmas. Aún se tardó un tiempo en empezar a hablar de los juegos de caracteres nacionales y ahí empezó otra lucha para asignar un código binario a las eñes, tanto la mayúscula como la minúscula, a nivel internacional. Pero recordemos que el inglés no tiene acentos, por lo que hubieron de asignarse códigos también a las letras mayúsculas y minúsculas acentuadas.

Para un ordenador es un símbolo completamente diferente la “a” que la “á” . Pero ahí no acababa la cosa, dado que ciertas lenguas disponían de caracteres tan especiales como podía ser nuestra “ñ”, tales como la “Ç” presente en Francia y Cataluña. En fin, un verdadero galimatías hasta que todos los países se pusieron de acuerdo para buscar incluir su letra o signo especial en el código binario. Diré aquí que el código empleado en los grandes ordenadores IBM, y que se sigue empleando, es el EBCDIC que consta de un máximo de 256 posibles códigos, pero no olvidemos que además de las letras y los signos hacen falta códigos para otras muchas cosas, por lo que no había tanto sitio para colocar todos los caracteres que se derivaron de la internacionalización del EBCDIC.

Luego, con la llegada de los ordenadores personales y caseros la cosa estaba un poco más clara, aunque hasta el propio gobierno español se involucró en una cruzada porque los teclados que se vendieran en España tuvieran la “ñ” que al principio ninguno la tenía. La cosa ha avanzado y la prueba es que hasta los dominios en internet pueden tener la “ñ” aunque no hace tanto de esto.

Sin embargo, la cosa no está solucionada del todo. Y si no que se lo digan a los hijos de un buen amigo, Miguel, que se llaman de apellidos SARIÑENA OCAÑA. Todavía no han conseguido que todos sus documentos, incluso los bancarios que reciben, vayan correctamente escritos.