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martes, 13 de abril de 2010

GARAJES


Mal día para ponerse a escribir y además sobre un tema a priori espinoso. Lo digo porque da la coincidencia de que hoy es martes y trece, cuestión que se repite de vez en cuando y que tiene significado para algunos españoles más o menos supersticiosos. A los anglosajones les dá igual pero porque ya tienen su correspopndiente viernes y trece.

Vaya por delante que esto no es una queja contra nadie. De hecho me consta que mi vecina hace todo lo posible por minimizar los hechos que voy a comentar, pero no siempre lo consigue, unas veces mejor y otras peor. Yo sé que lo siente, porque me lo dice y yo siempre procuro quitarle importancia al hecho, aunque tengo que reconocer que en algunas ocasiones yo también llego con prisa, o cansado, o harto del jefe o en otras muchas situaciones a las que hay que añadir el estrés de tener que meter el coche con calzador en la plaza de garaje.

Puestos a buscar culpables me gustaría saber quién ha diseñado y establecido las medidas mínimas que debe tener una plaza de garaje. Y no solo la plaza, que es importante, sino los pasillos de circulación que también lo son al ser el espacio del que disponemos para hacer las maniobras Los dos coches que se ven en la fotografía son de tamaño medio e incluso hoy en día en que proliferan los monovolúmenes y los cuatroxcuatro son, si se quiere, de los pequeños. No me imagino a mi vecina de plaza y a mí con dos de esos grandotes, nos tendríamos que turnar para utilizar las dos plazas como una sola, yo los días pares y ella los impares o viceversa.

Pero a lo que vamos, partiendo de la base de que las plazas son rídiculas, como puede apreciarse en la fotografía, dado que los dos coches están apoyados literalmente en la pared del fondo, en la plaza de la derecha, a la sazón la mía, se produce un hecho que agrava la situación sobremanera: está la pared, una pared maciza y completa que si bien no quita metros cuadrados a la plaza complica las maniobras y la accesibilidad al vehículo. Vamos, hablando en claro, que me obliga a aparcar de frente salvo que me dedique cada vez que tenga que entrar o salir del coche a saltar desde el asiento del copiloto, gimnasia que en este coche, por su diseño, les puedo asegurar que no es nada fácil.
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Al tener que aparcar de frente y dada la anchura del pasillo de circulación, es vital disponer del máximo espacio para reducir el número de maniobras hacia adelante y hacia atrás, que ya en las mejores condiciones son unas cuantas y que se incrementan en función de que el coche vecino de plaza deje más o menos espacio, por supuesto de su plaza, para facilitarme las maniobras. Vamos que si en vez de una raya hubiera un muro, me sería imposible aparcar de frente.
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Cuando llego al garaje y el coche de mi vecina se encuentra aparcado hay días y días. Esta vez ocurre que por algún motivo que desconozco el coche lleva tres o cuatro días sin moverse, y además a mí me ha tocado tenerlo que sacar y meter varias veces al día, con lo que las operaciones de aparcar y desaparcar son un suplicio. Dentro de un rato tengo que salir a hacer un recado y le voy a pedir el coche a mi mujer solo por no tenerlo que mover, que sacarlo también cuesta lo suyo. Menos mal que estos coches modernos disponen de dirección asistida, que si no la fuerza a emplear tendría que ser considerable.
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Yo procuro arrimar el coche a la pared de la derecha todo lo posible. De hecho he comprado e instalado unas almohadillas autoadhesivas para evitar raspones de tanto como lo acerco. Ello es con la intención de dejar el mayor espacio posible al centro para que podamos abrir las puertas sin dar “golpecitos”, cuestión que suele ser muy frecuente en los aparcamientos en batería y que hace que la chapa esté llena de picaduras. Gracias a Dios, tanto mi vecina como yo somos cuidadosos a la hora de abrir la puerta y nuestros coches, al menos por acciones en este garaje, están impecables, cosa que no pueden manifestar otros vecinos.
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Conozco una comunidad en que las plazas de garaje son comunitarias y no propiedad individual de nadie. La solución a la que han llegado es a la rotación. Cada mes el usuario pasa a la plaza siguiente. Me parece un buen sistema para que cada propietario vaya pasando por los diferentes tipos de plazas que los arquitectos diseñan en los planos y que luego a la hora de utilización real pone de los nervios a los sufridos conductores y conductoras.
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Dicen que se aprende practicando. Yo creo que mi vecina, por mucho que lo intente, no llega a imaginarse el suplicio que supone aparcar de frente en espacio reducido. Le voy a proponer la alternancia de plazas en función de meses pares e impares pero no creo que cuele.