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sábado, 12 de junio de 2010

CRISIS

Ya salió la palabrita a relucir. Lleva revoloteando a nuestro alrededor desde hace tiempo y no parece que vaya a dejarnos, por lo menos por el momento. La cosa se veía venir desde hace tiempo pero todos hacíamos como que no iba a llegar nunca, que no iba con nosotros, instalados como estábamos en un mar de bienestar. Bueno, no todos, que cuando las cosas marchan bien no lo hacen para todo el mundo, siempre hay quién no llega a disfrutar de esa “buena marcha del negocio”. Y si no que se lo digan a los funcionarios, entre otros, que no han catado directamente en la época de bonanza pero ahora si van a sufrir en sus bolsillos la época de vacas flacas.
Esto no es nuevo. A nivel menos general, las empresas han sufrido avatares de todo tipo y han tenido, con más o menos suerte, que apretarse el cinturón. Pero hay muchos modos de hacerlo. Me viene a la memoria el caso de una empresa, de las grandes de este país, que en la crisis anterior, porque ha habido varias crisis anteriores que luego mencionaré, atravesó por malos momentos. Una de las soluciones más fáciles, y sobre todo más directa, es bajar el sueldo a los empleados. Eran otras épocas en las que las hipotecas no estaban tan a la orden del día y los préstamos bancarios no se pedían tan alegremente para endeudarse hasta las cejas por un coche o una televisión plana, pero el miedo a perder el empleo era tan patente como ahora. Quizá no parecía tan díficil encontrar uno nuevo. La fórmula de reducción del salario fue aceptada por los empleados como una vía factible para la sostenibilidad de la empresa. Cuando recibieron sus nóminas y vieron de qué forma se les había aplicado la rebaja, pusieron el grito en el cielo y exigieron a la empresa que no se trataba de rebajar el sueldo base, sino de incorporar un concepto, nítido y claro, que reflejara esa pérdida de poder adquisitivo en base a la mala racha de la empresa. Consiguieron que en sus nóminas figurara esa línea maldita que en la zona de ingresos tenía un signo negativo.
Aquello fue muy importante. Pasaron los años y la empresa consiguió ir para arriba. Se fueron unos presidentes y vinieron otros hasta que un día estaba saneada y con beneficios. Ese fue el momento en que los empleados exigieron, con toda lógica, alejar de las nóminas esa maldita línea que ya no tenía ningún sentido en vista de la situación actual. La empresa no se pudo negar y aunque con varios años de retraso y sin atrasos los empleados recuperaron ese importe.
Y ahora viene la pregunta del millón: ¿a todos los que sus empresas les rebaje el sueldo van a utilizar esta forma de hacerlo? Me temo que no y lo que se pierda ahora quedará perdido para siempre. Y si no al tiempo.
Hay un libro ya antiguo que siempre me ha gustado mucho. Una frase entresacada de ese libro dice así:
“…igual que un marino orienta la vela para aprovechar mejor la fuerza del viento e impulsar su embarcación. No podemos navegar de proa al viento, y, si solo sabemos navegar con el viento en popa, únicamente llegaremos allí donde este nos empuje. Sin embargo, si sabemos cómo usar la energía del viento y tenemos paciencia, a veces, podemos llegar donde deseamos, podemos controlar las cosas. Tenemos que aprender a seguir adelante bajo la presión de todo tipo de condiciones estresantes; no solo cuando hace sol y el viento sopla exactamente como queremos."
Creo que la frase es clara y muy aplicable al tema que nos ocupa. Cuando las cosas marchan bien y todos los vientos y condiciones son favorables, hasta el más tonto dirige una empresa….. o un país, que viene a ser más o menos lo mismo. Lo díficil es seguir dirigiendo con acierto cuando las cosas se ponen del revés.
Durante estos años pasados la economía marchaba bien. El viento soplaba de popa, a favor, fuerte y mantenido de forma constante. Si marchaba bien que nuestro país era un “target” para ser elegido como destino por cientos de miles de personas, si no millones, para venir a trabajar, de forma legal o ilegal. Los servicios y la construcción daban ocupación a miles y miles de personas que abandonaban su precario estado en su país de origen para encontrar su particular “El Dorado”. Bajo estas benignas condiciones, hasta el más tonto dirige una empresa o un país y además lo hace bien.
Lo díficil es cuando el viento deja de soplar, o lo hace en otra dirección. Ahí es cuando se testean los conocimientos y las capacidades de los patrones al mando de las embarcaciones, como se hace que las personas a su cargo funcionen, estén motivadas y pongan ilusión y empeño en el desarrollo de sus cometidos, empujando todos en la misma dirección para que la cosa marche.
Como antes mencioné, no es esta la primera crisis. Si tuvieramos memoria se producen de forma ciclíca, lo cual es por otro punto necesario y conveniente, para que nos vamos a engañar. La primera de la que tengo conciencia fue allá por el año 73 del pasado siglo. Fue la llamada “crisis del petróleo” o mejor dicho, la primera de ellas, porque en las que hubo después, hacia 1983 y luego en 1994, el petróleo tuvo un papel predominante en los ajustes de las economías de los paises, empresas y particulares. Yo creo que tiene que ser así, épocas alternantes de vacas flacas y vacas gordas donde de alguna forma se intenta pone a cada cual en su sitio y sirve de toque de aviso general. Pero cuando llega la siguiente época de “vacas gordas”, y aquí ha sido a mi entender de “vacas muy gordas”, nos olvidamos de todo y nos lanzamos al consumo y disfrute sin freno ni control, sin pensar en lo que vendrá después.
¿Cuándo la cosa ha ido muy bien…. se han preocupado el Gobierno y las Empresas en hacer llegar esos temendos beneficios a funcionarios y empleados? ¿en guardar algo para el futuro? Mucho me temo que no ha sido así y por eso ahora no tienen ninguna justificación para hacer lo que están haciendo, aunque es posible que no haya otro remedio. Eso ellos sabrán. Van a lo fácil, como no hay viento, todo el mundo a los remos que yo me ocupo de dar los latigazos.
Me hace mucha gracia cuando esgrimen las empresas su carácter de privadas para hacer lo que se las venga en gana con sus destinos, entre ellos aplicar sueldos estratosféricos a sus dirigentes. Por ejemplo los bancos. Cuando las cosas han ido mal, “papá” estado, es decir todos, nos hemos preocupado de sanearles las cuentas para que esos dirigientes sigan haciendo y deshaciendo a su antojo. ¿Qué pasa en estos días en las Cajas de Ahorro? Hay que rejuntarse a toda prisa y como sea para que no se vean los agujeros y trincar la pasta que hay por ahí para “salvarlos”. Sinvergüenzas.
No sigo por hoy, que me enervo. Por cierto, el libro mencionado es de Jon Kabat-Zinn y se titula, nunca más apropiado, "Vivir con Plenitud las Crisis"