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domingo, 8 de agosto de 2010

DRIVING ...



… on the left. En estos días he tenido la oportunidad de disfrutar de las “delicias” de conducir por la izquierda durante unas vacaciones en el Reino Unido. Siempre que se produce este hecho y se comenta con los amigos, aparecen las claras divergencias de opiniones. Un asunto importante a la hora de opinar en esto, como en todo, es haber tenido o no la experiencia.

Un punto fundamental, a mi modo de ver, es el tipo de vehículo con el que se va a circular, en cuanto a si lleva el volante a la derecha o la izquierda. Si llevamos nuestro coche desde un país como España, en el que se circula, normalmente, por la derecha y por lo tanto el volante está a la izquierda, tendremos algunos inconvenientes pero también algunas ventajas, lo mismo que se si alquilamos un coche allí pero en este caso el volante estará a la derecha.

Esta ha sido mi tercera experiencia. La primera, hace veinte años, fue visitar con mi propio coche las altas y lejanas tierras de Escocia. Tomé el “ferry” en Santander, desembarqué un día después en Plymout y cuando hice el camino de vuelta habían quedado atrás alrededor de cinco mil quinientos kilómetros por las carreteras del Reino Unido. En un coche con el volante a la izquierda. Ningún problema.

Al año siguiente fueron algo más de tres mil los kilómetros realizados por Irlanda, otro país en el que se conduce también por la izquierda, pero esta vez con un coche alquilado. Esta vez si hubo algún problemilla que luego comentaré.

Para esta última vez, tozudo que es uno, intenté llevarme mi coche en el “ferry” pero ni había plazas ni nos cuadraban las fechas, por lo que no tuve más remedio que optar por el coche alquilado, nuevamente con el volante a la derecha. Algo más preparado y mentalizado esta vez no ha habido ningún incidente, menos mal.

Para salvar los iniciales recelos de aquellos que no han tenido la experiencia, manifiesto que no hay ningún problema en conducir por la izquierda. Una experiencia más en la vida y por lo demás interesante y que nos puede sorprender a nosotros mismos. Algunas cosas nos pueden inducir a error, como los giros a nuestra derecha en los que tenderemos a ponernos a la derecha en lugar de a la izquierda, pero solo en los momentos iniciales. En las rotondas o “roundabaouts” hay que atender a los nos llegan por nuestra derecha, al revés que aquí, pero la propia entrada en la rotonda ayuda a ello.

Las personas que no han tenido la experiencia de conducir con los dos tipos de vehículos abogan claramente por los vehículos del país, con el volante a la derecha. Es lo lógico, sobre todo para los adelantamientos en carreteras de doble sentido en que la posición del conductor a la derecha del vehículo es ventajosa a la hora de tener visibilidad. Para todo lo demás, lo único que veo son inconvenientes. Y menos mal que lo que es la posición de conducción es idéntica, pues tanto los pedales como los mandos del volante están en la misma posición.

Lo que no está en la misma posición son otras cosas. Por ejemplo y muy importante la palanca de cambio, que si bien las marchas están igual deberemos manejar con la mano izquierda. No es complicado, salvo cuando necesitemos hacerlo rápida e instintivamente. También podemos optar por un coche automático que nos alivie este problema. Más de una vez, y sobre todo cuando reaccionemos de modo instintivo, daremos un manotazo a la puerta que tenemos a la derecha intentando encontrar la palanca de cambios y veremos la esquina del coche al querer localizar el espejo retrovisor. Los mandos centrales, tales como radio, lunetas, aire acondicionado, etc. deberán de ser manejados con la mano izquierda.

Pero el principal problema y serio, y que sufrí en mi viaje por Irlanda viene derivado de nuestra posición espacial dentro del coche. En nuestro coche con el volante a la izquierda tenemos “poco o nada coche” a nuestra izquierda y “mucho coche” a nuestra derecha, Estamos acostumbrados a ello y estas distancias las usamos continuamente, incluso sin darnos cuenta, para todo tipo de movimientos de conducción incluso aquellos instintivos como reacción a alguna situación inesperada. ¿Qué ocurre cuando estamos circulando por la izquierda, al volante en la zona derecha, y nos cruzamos repentinamente con un autobús en una carretera estrecha? Nuestra reacción instintiva es pensar que el autobús va a arrollar el “mucho coche” que en realidad no tenemos a nuestra derecha y podemos dar un volantazo a la izquierda para evitar la supuesta colisión y acabar en el sembrado. Y esto no es teoría, porque fue lo que me ocurrió a mí, menos mal que el sembrado era un sembrado real y estaba al mismo nivel que la carretera, con lo que pude volver a ella. Esta misma situación se produce en los primeros momentos a la hora e aparcar. A pesar de estar tranquilos y con los cinco sentidos puestos en la maniobra, es muy frecuente acabar subidos a la acera o muy separados de ella según el lado.

Y aunque es tangencial, la foto que se adjunta responde a la señal de aviso de la existencia de “radares”. Carreteras, ciudades, autopistas y autovías están plagadas de ellas, todo lo contrario que de señales de indicación de velocidad, que se suelen ver pocas y muy pequeñas a la entrada de pueblos y ciudades. En carretera y autopista, nada de nada, hay que saberlo. Y la máxima de todas es 70, pero no kilómetros por hora, sino millas por hora. El equivalente es 112. Y aquí nos quejamos del 120.