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sábado, 29 de enero de 2011

KINDLE


Como adelantaba en la entrada anterior, voy a referir los hechos que me han ocurrido con respecto a la adquisición de mi segundo libro electrónico, tras la rotura del anterior, un Papyre, y las peripecias sufridas con el servicio técnico de la empresa española Grammata que lo comercializa y que ya quedaron reflejadas en la entrada titulada “Papyre” de fecha 11 de diciembre de 2010.

Las comparaciones son odiosas pero los hechos recientes que voy a relatar a continuación y que me han causado no poca
sorpresa y mayor satisfacción, cobran una dimensión inusitada en comparación con aquellos. Aunque el relato en forma cronológica no es lo mejor para un texto escrito, voy a adoptar esa forma para una mejor claridad y comprensión.

30-OCT-2010
Había estado leyendo en la cama la noche anterior en mi lector electrónico Papyre y al amanecer no funciona. Tras un mes de “lucha” con el servicio técnico doy el aparato por perdido. Los detalles y pormenores en
Empiezo a mirar el mercado para decidir la compra, tomando la decisión de adquirir un KINDLE, de la marca AMAZON, que solo ser vende por correo a través de internet. No era la primera compra que yo hacía en la web de AMAZON.
14-DIC-2010
Realizo la compra en la web de AMAZON. Me informan que, debido a la cantidad de pedidos, la cercanía de las navidades y la gran demanda existente en el mercado propio no podrán dar curso a mi pedido hasta el 17 de enero. Lo acepto y me dispongo a esperar algo más de un mes. El precio son 109 euros a los que hay que añadir los gastos de envío y las tasas de aduana, con lo que el total final queda en 148 euros. A esperar tocan. Me confirman inmediatamente la compra mediante correo electrónico y me asignan mi número de pedido.
09-ENE-2011
domingo
Recibo un correo electrónico en el que me informan de que han podido mejorar sus procesos de fabricación y una vez concluido el período de navidad, están en condiciones de adelantar unos días el envío, por lo que procederán al mismo el día 13 estando prevista la llegada del aparato a mi domicilio el 17 de enero.
17-ENE-2011
lunes
Recibo el aparato, transportado por la empresa de mensajería UPS y lo pongo en marcha. Ya venía con la batería casi cargada y unas instrucciones que me hacen empezar a disfrutar de él de inmediato. Hay manuales e instrucciones en castellano.
22-ENE-2011
sábado
HORROR, PAVOR, ESTUPOR y ENFADO. Al disponerme a leer en la cama, se me escurre entre los dedos mi nuevo flamante lector con tan mala suerte que se golpea con el pico de la mesilla y queda la pantalla rota. Mala suerte. No me ha durado ni una semana.
23-ENE-2011
domingo
No he podido casi dormir en toda la noche del tremendo disgusto. Me levanto pronto y decido pedir lo antes posible un nuevo aparato, mi KINDLE-2. Hago mi pedido y esta vez me informan que se procesará inmediatamente y que el libro estaría en mis manos el miércoles, tan solo tres días después. Al menos la espera esta vez iba a ser casi inexistente. Por la tarde ya me confirman la emisión del paquete y me dan el número de seguimiento, también con la empresa UPS.
24-ENE-2011
lunes
No me resigno a tener un aparato roto y pienso en la posibilidad de su arreglo. Por la tarde me armo de valor y, congojado y acojonado por el idioma y el “todos-nuestros-operadores-están-ocupados”, marco el número de teléfono de AMAZON en Estados Unidos. Una alocución en castellano me informa que se ha detectado que mi llamada es desde España y por lo tanto no es gratuita si continúo adelante con ella. En unos instantes me responde un operador, diciéndome de nuevo que se ha detectado que mi llamada es desde España y que si quiero ser atendido en castellano o en inglés. Inaudito. Antes de informar del motivo de mi llamada, el operador me solicita la información de mi cuenta en AMAZON y me hace algunas preguntas sobre mis datos para verificar de cierta manera que soy el titular de la cuenta. Cuando me pregunta el motivo de mi llamada le digo claramente, no olvidar que estábamos hablando en castellano, que se me ha caído el KINDLE, se ha roto la pantalla y quisiera ver la posibilidad de arreglarlo. Me comenta que observa en mi cuenta que he pedido otro, extremo que le confirmo, a lo que me responde, sorprendentemente, que no hay problema, que les envíe el deteriorado y en cuanto lo tangan en su poder me reembolsaran el importe, eso sí, sin incluir los gastos de envío y las tasas. Se me quedó la cara a cuadros. No sabía que decir. Me preguntó de nuevo si quería devolverlo en esas condiciones, y al contestar afirmativamente me informó de que me había enviado un correo electrónico con una etiqueta y una factura para la devolución. Recibí al instante el correo electrónico con la mencionada etiqueta y las instrucciones para devolver el paquete. Cuando colgué el teléfono estaba literalmente estupefacto, no era capaz de pensar ni decir nada.  Como los hechos han ocurrido esta misma semana, no dispongo de los datos de mi operador telefónico, pero mi sensación es que la duración de la llamada estuvo alrededor de los diez minutos.
25-ENE-2011
martes
Cuando me acerco con el paquete de devolución a una oficina de UPS y lo escanean, me dicen que no tengo que pagar nada, ya que la etiqueta indica que el porte estaba a cargo de la empresa destinataria. Otro ahorro y otra sorpresa de lo más grato.
26-ENE-2011
miércoles
Como estaba previsto, a las 12:48 recibo el paquete con mi KINDLE-2. Solo hace tres días y unas pocas horas que lo he pedido y ya puedo disfrutar de él.
28-ene-2011
viernes
Recibo un correo electrónico de AMAZON en la que me informan de que mi devolución ha sido recibida y procesada y que en unos días, alrededor de diez, me será abonado el importe en la misma tarjeta visa que utilicé para el pago.

29-ene-2011
sábado
Mientras estoy escribiendo este post, recibo correo electrónico de AMAZON donde mi informa del procesamiento de la devolución, para la que se estima un plazo de diez días. NUEVA SORPRESA, me van a devolver un total de 125,46 euros, lo que incluye la devolución también de los gastos de envío que aboné. ME DEVUELVEN también los gastos de envío. Sencillamente, es increíble.


No es cuestión de analizar las diferencias entre el Paypre y el KINDLE que quizá sean objeto de otra entrada. Si sería cuestión de analizar las diferencias entre la empresa española GRAMMATA y la empresa estadounidense AMAZON. Pero no quiero entrar en ello, dejando a cada cual que saque sus conclusiones tras la lectura de este post y del anterior mencionado.

Solo puedo reiterar aquí, en voz todo lo alta que se puede desde un escrito, mi agradecimiento a AMAZON por su funcionamiento, su deferencia al devolverme el importe de un aparato que he roto yo, y su exquisita atención por teléfono y por correo electrónico en todo momento teniendo en cuenta la diferencia de idioma y de país.

MUCHISIMAS GRACIAS, AMAZON.

Si alguna vez está en el extranjero o tiene algún amigo que hable inglés, pídale que haga la prueba de llamar desde su país a Granada, sede de la empresa GRAMMATA para plantear a su servicio técnico alguna cuestión a ver qué ocurre. A lo mejor resultaba sorprendido, pero me temo lo peor. Como hecho, cuando yo llamé el 2 de Octubre para remitirles el ebook estropeado, no me mandaron ninguna etiqueta, tardaron varias horas en mandarme el correo electrónico con las instrucciones y aunque el porte lo pagaron ellos tuve que llamar por teléfono para verificar que habían recibido mi paquete. Y en todo momento disponían de mi correo electrónico y mi teléfono móvil donde podían haber confirmado la recepción. Igualito, igualito.

miércoles, 26 de enero de 2011

EFI.....QUÉ? AMAZON

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AMAZON, muchas gracias, estaré eternamente agradecido….

En mis estudios hace ya algunos años tuve que aprender la diferencia entre los términos eficacia, eficiencia y efectividad. Fue una pregunta de examen que contesté con acierto pero hoy he tenido que volverlos a repasar a raíz de un hecho que me ha ocurrido y que me impele a escribir esta entrada en el blog incluso un miércoles, sacando tiempo de no sé sabe dónde.

La explicación de los términos depende del contexto en el que se utilicen. No es lo mismo hablar de temas económicos que de temas de salud, por poner un ejemplo. Le sugiero que no acuda al diccionario porque la cosa no queda clara, al menos para mí que debo estar contaminado por las acepciones que manejé en su día para temas de salud. Luego haré un resumen contundente, en relación con el hecho acaecido pero EFICACIA hace alusión a la capacidad que tiene una acción de producir resultados en la dirección esperada. La EFICIENCIA sería la relación entre el coste y el beneficio obtenido y por último la EFECTIVIDAD tendría relación con el grado de satisfacción producido en el cliente.

Resumiendo y por poner un nombre-ejemplo a estas tres palabrejas: AMAZON, la empresa estadounidense de ventas de libros, y más cosas, muchas más cosas, por correo a través de internet. Y explico esta definición con hechos reales felizmente acaecidos hoy mismo.

El pasado DOMINGO, hace TRES días, a eso de las siete de la mañana encargaba su producto estrella KINDLE, un libro electrónico, a través de internet en su web www.amazon.com. Solo diré que el coste total del modelo básico, con wi-fi, es de 148 euros incluyendo gastos de envío y tasas de aduana. Con pena, dejo para lectores mas avezados el indagar lo que cuesta un modelo similar en cualquier tienda española.

Inmediatamente recibí un correo electrónico informándome de que el pedido estaba en preparación y que lo recibiría en TRES días. Esa misma tarde del domingo recibí un nuevo correo electrónico en el que me informaban de que mi producto estaba enviado y me facilitaban el número de seguimiento de la empresa de paquetería, UPS, que ha funcionado a las mil maravillas.

Ya comentábamos hace días las cosas que te dejan estupefacto en estos tiempos a poco que te esfuerces por intentar estar al día. Una de ellas es la posibilidad de seguir el rastro del paquete que te han enviado en todo momento. Con el número de seguimiento, más conocido en el argot internacional como “tracking” he podido saber dónde estaba mi lector electrónico casi al instante. Tan al instante es que cuando hoy mismo, MIÉRCOLES, TRES DIAS como habían dicho, a las 12:48 han entregado el paquete en destino, he recibido un correo electrónico a las 13:24 informándome del hecho e indicando el sitio, recepción del edificio, y nombre de la persona que se había hecho cargo del envío.

La verdad es que la lista de seguimiento es cuando menos curiosa y la voy a reflejar al final de este escrito como testimonio.

Lo que me alucina es la automatización de los procesos en la empresa AMAZON que es capaz de poner un aparato en tres días en las manos del cliente teniendo en cuenta la diferencia horaria y la distancia. Casi se puede pensar que existiendo stock en los almacenes de AMAZON, cualquier cosa que les compres la vas a estar disfrutando en tres días. Repito que me parece increíble y no puedo por menos de comentar que me da cierta envidia no disponer de servicios similares aquí en nuestro querido país. He comprado alguna cosa por internet y debe ser que he tenido mala suerte, pero en un par de ocasiones todo han sido pegas y problemas. Y los más gordos, que no llegaron a resolverse, fueron con PIXMANIA, ahí queda el dato.

Pero si esto referido es sorprendente en relación con AMAZON, hay mucha más historia que contaré con tiempo en el próximo apunte de este blog el fin de semana. Esto no es nada con el servicio que me ha deparado AMAZON y del que esta historia es solo una pequeña parte, algo espectacular, pero no la más humana, que también ha existido. El fin de semana lo contaré en otra entrada, de forma aséptica y de forma comparada. La próxima vez que necesite comprarme un lápiz y un sacapuntas, miraré primero en AMAZON antes de tomar una decisión.

Esto son los datos del seguimiento facilitados por UPS. Hay que tener en cuenta la diferencia horaria con EEUU que es al menos de seis horas

Madrid, Spain 26/01/2011 12:48 Entregado
Madrid, Spain 26/01/2011 7:25 Listo para entrega
Madrid, Spain 26/01/2011 7:21 Escaneo de llegada
Madrid, Spain 26/01/2011 7:11 Escaneo de salida
Madrid, Spain 26/01/2011 5:39 Escaneo de llegada
Madrid, Spain 26/01/2011 4:13 Registrado con agencia despacho
Madrid, Spain 26/01/2011 3:36 Registrado sgencia despacho / Envío remitido a
Madrid, Spain 26/01/2011 3:36 Falta poder notarial, necesario para despacho.
Koeln, Germany 26/01/2011 3:27 Escaneo de salida
Koeln, Germany 25/01/2011 22:18 Escaneo de llegada
Philadelphia, EEUU 25/01/2011 8:53 Escaneo de salida
Philadelphia, EEUU 25/01/2011 0:38 Escaneo de exportación
Madrid, Spain 25/01/2011 5:26 Falta poder notarial, necesario para despacho.
Philadelphia, EEUU 24/01/2011 22:57 Escaneo de llegada
Newark, DE EEUU 24/01/2011 22:09 Escaneo de salida
Newark, DE EEUU 24/01/2011 21:29 Escaneo de origen
United States 24/01/2011 14:33 Orden procesada: Lista para UPS

domingo, 23 de enero de 2011

OBSOLESCENCIA


Es una buena opción, siempre que sea posible. Hay veces que no lo es, por las más diversas causas: personal de servicio técnico, piezas, etc. Cuando nos enfrentamos a la rotura o avería de un aparato de los muchos, cada vez más, que inundan nuestras vidas, siempre surge la duda: ¿arreglarlo? ¿adquirir uno nuevo más moderno y con más posibilidades?

Hace unos días se pudo ver en televisión un reportaje titulado "Comprar, tirar, comprar". Yo he recibido ya varios correos electrónicos adjuntándome el enlace al mismo, se ve que circula por internet. No sé por cuanto tiempo estará colgado en la web de Radio Televisión Española. Yo me lo he descargado para verlo tranquilamente en la televisión ya que se acerca a la hora de duración y es muy interesante, a mi juicio, y en la pantalla del ordenador resulta cansado seguirlo. Aquí está el ENLACE AL DOCUMENTAL

El asunto de fondo es algo que se denomina “Obsolescencia programada o planificada”

Revisando aparatos electrodomésticos de uso y funcionamiento diario que tengo en mi casa, el frigorífico se lleva la palma, con casi veinte años prestando servicio a entera satisfacción. Bien es verdad que tiene alguna pieza de menor importancia que ya no es suya, como los tiradores de las puertas, pues ya hace tiempo que quedó descatalogado de la empresa que lo fabrica. De hecho, la última vez que me acerqué a un servicio técnico a intentar comprar la goma de la puerta del congelador, no solo me comunicaron este hecho de que su servicio está discontinuado sino que el empleado se sorprendió grandemente de que estuviera funcionando todavía sin ninguna reparación de calado. Pues funciona, y bien y ojalá lo siga haciendo por muchos años aunque no disponga de conexión a internet para hacer el solito los pedidos al supermercado. Pero me queda claro que el día que dé el más mínimo problema en alguna cuestión fundamental, será el momento de considerarle obsoleto y dirigirme a la tienda a comprar uno nuevo. Si pudiera elegir compraría de la misma marca y el mismo modelo, pues con ello podría pensar que tendría otros veinte años de funcionamiento al menos sin sobresaltos.

Pero como se puede ver en el reportaje, las cosas no van por ahí. No tengo la menor duda de que, con la tecnología actual, las empresas podrían fabricar aparatos cuasi eternos, a poco que establecieran un programa de mantenimiento que implicara la revisión, engrase y sustitución periódica de los elementos que se desgastasen por el uso. Esto sería igualmente aplicable a los coches. Pero ya repito que para eso tendrían que querer. Unas tías mías, octogenarias, tienen en perfecto uso y funcionamiento un Mercedes que perteneció a su padre y que está matriculado allá por 1960. En justicia hay que decir que se lo mantiene y arregla un mecánico que además de poner mucha sapiencia y cariño en el asunto, es un artista. Esto de la obsolescencia también va por países y sino que se lo digan a los cubanos que mantienen sus vehículos a base de fabricarse ellos mismos las piezas.

Pero para entrar en cuestión, lo que me llama la atención y agudiza mis sentidos es lo de “programada o planificada”. La economía actual y mundial está basada en el consumo, y no precisamente de productos básicos como la comida o la ropa, que si nos damos cuenta reducen mes a mes su porcentaje en el gasto global de una casa; hace no muchos años el gasto fundamental de una familia era en comida y después en ropa. Ahora las cosas han cambiado y gastamos más de forma periódica en telefónica, automoción, vacaciones, informática, etc. etc. Hace unos años, la pantalla del ordenador, flamante y plana de las primeras que salieron, y que me había costado mis buenos euros, se apagó de pronto. Miré la factura de compra y hacía justo dos años y dos meses que la tenía. La garantía estaba, pues, finiquitada. Al llamar al servicio técnico me pusieron mil y una pegas, exactamente igual que en el reportaje comentado, como que si el taller estaba en Portugal, que el envío y devolución corría de mi cuenta, que me iba a costa más “el collar que el galgo”, que habían bajado de precio y en suma, que no me interesaba reparar, sino tirar y comprar una nueva, cosa que tuve que hacer al final. La compré de otra marca pero seguro que hubo en esos momentos a alguien que le pasó lo mismo con las marcas intercambiadas.

La cuestión está en saber si algunas empresas dedican tiempo y dinero en la fase de investigación de nuevos productos para fabricarlos del tal modo que al cabo de un tiempo se vuelvan inoperativos. Lo ideal sería conseguir que los clientes estuvieran a gusto con el producto durante un tiempo suficiente, de forma que ante la inutilidad de este se decidieran por comprar uno de la misma marca. En todo caso, y ya que todo es global, lo que interesa es “comprar, tirar y comprar”, que se mueva la rueda y que esto siga para adelante hasta no se sabe que límites. Lo que sí está claro es que si se para se arma la marimorena.

Por otro lado y a fuer de ser sincero, es determinados productos no interesa que funcionen durante mucho tiempo, dado que el avance de la tecnología los va a dejar en fuera de juego por la aparición de nuevos modelos con mejores y mayores prestaciones. Véase el caso de los teléfonos móviles, que si no los cambiamos cada año estaremos fuera de lugar.

Tengo cámaras fotográficas compradas en los años setenta que funcionan a la perfección. Las saco y las pruebo una vez al año. Otra cosa es que no se usen, pues la tecnología digital las ha dejado obsoletas, no por mal funcionamiento sino por avance que me hace decidir no seguir con los carretes y los revelados. Son cosas del pasado aunque lo estuviéramos usando hasta hace muy poco y de hecho todavía se pueda seguir utilizando.

(Para el que tenga interés, ya hablábamos de cosas muy parecidas hace meses en la entrada del pasado mes de Abril titulada "Repuestos")

domingo, 16 de enero de 2011

RETROACTIVIDAD


Cuando me enfrento a alguna palabra que elijo como título para las entradas de este blog, no tengo por menos que echar un vistazo al diccionario para ver su significado. A veces hay sorpresas como en este caso, pues todos sabemos lo que significa retroactivo e incluso lo hemos sufrido en propias carnes, generalmente como reclamo de un pago monetario atrasado. El diccionario me ha dejado la cara a cuadros, por si tenía alguna duda ahora me quedan más. He aquí su significado en el RAE ”Que obra o tiene fuerza sobre lo pasado”.

Antes de entrar en materia, voy a contar una pequeña historia cuyo parecido con la realidad tiene que ser tomado como una mera coincidencia. Hace años, en una empresa y en un departamento compuesto por cinco personas, algunas de ellas con más de diez años de antigüedad en esos cometidos, se produjo un relevo en el jefe. Sí, me gusta escribir jefe, aunque ahora se emplean todo tipo de palabrejas alternativas como director, coordinador, responsable u otras zarandajas por el estilo. Como decía, el jefe recién llegado procedía de otros estamentos de la empresa y no tenía ni idea de lo que se hacía y cocía en el día a día. Al principio fue patente su humildad a la hora de preguntar y tratar a sus subordinados, pero poco a poco las tornas fueron cambiando. El jefe se hizo fuerte, abandonó su humildad y se dedicó a tomar las riendas con formas y modos que no parecían de recibo. Una de las cosas que hacía, a primera hora de la mañana, era espiar lo que habían hecho los trabajadores en el día anterior, consultando informáticamente los documentos y ficheros que habían visto y/o modificado. Entraba en los directorios, ordenaba por fecha descendente, curioseaba y curioseaba y, lo que es peor, no decía nada. Si al menos se hubiera dirigido a alguien a preguntarle, de forma directa o velada, se podrían haber explicado o justificado las causas de haber realizado o consultado un fichero para realizar una tarea determinada.

Fue pasando el tiempo y en pocos años, de los cinco integrantes originales del departamento solo quedaba uno. Y con la salvedad añadida que no pedían el traslado a otros departamentos sino que pedían la baja voluntaria, se marchaban de la empresa y se iban a otras empresas a desarrollar la misma labor que hacían en esta. Todos perdían su antigüedad y la empresa perdía sus conocimientos y experiencia de tantos y tantos años. Pero eso no importaba y lo que nunca se supo es si ese vaciado departamental fue un hecho que ocurrió sin que nadie lo planificara o es que quizá el nuevo jefe, motu proprio u ordenado por la superioridad, había recibido el encargo de aportar nuevos aires y deshacerse de los viejos elefantes que bramaban mostrando su colmillo retorcido. Al cabo de unos años quedó este jefe, con nuevas incorporaciones y uno solo de sus empleados iniciales al que aburrió hasta decir basta.

El tiempo es un consejero infalible que da y quita razones y pone a las cosas y a las personas en su lugar. Es posible que pasado un tiempo, alguna de las cabezas pensantes en otros departamentos de la empresa alcanzase a darse cuenta del desaguisado producido, aunque como el trabajo y la calidad no es lo más importante hoy en día, no hay problema. Pero supongamos que a alguien le diera por analizar el asunto y llegara a descubrir que este jefe y su gestión habían sido nefastos. Y en este supuesto me hago la pregunta: ¿además de destituirle fulminantemente, alguien se hubiera puesto en contacto con esos cuatro antiguos empleados para intentar una vuelta a la situación original? Retroactividad.

Ya digo que cualquier parecido con la realidad es una mera coincidencia y seguro que ejemplos de estos tenemos todos los días en el mundo real. Veamos si no el titular de del periódico “20 minutos” un día de esta semana, en donde se informa que el Gobierno ha reculado en el asunto de los despidos baratos que puso en marcha hace unos meses. ¿Qué ocurre con los efectos retroactivos de esta sonora reculada?

Conozco varios casos. Uno de ellos, muy cercano, se encontró el primer día tras la vuelta de sus vacaciones del verano con el despido fulminante al haberse acogido su empresa a las nuevas normas promulgadas en aquellas fechas. La empresa marchaba de forma boyante, a tenor de los cochazos y lujos de sus directivos y este empleado llevaba más de veinte años laborando para hacer avanzar a esta empresa que de un día para otro, con alevosía y “agostía”, le daba una patada en salva sea la parte con un dinerillo que era menos de la mitad de lo que le hubiera correspondido.

Dejo la pregunta en el aire, con una mueca de sonrisa en mi cara: ¿Esta reculada gubernamental va a obligar con efectos retroactivos a los empresarios a abonar a los despedidos las cantidades no abonadas?

No me conteste, que me da la risa.

Retroactividad, mucha y bendita retroactividad.

miércoles, 12 de enero de 2011

AREAS


Tengo que reconocer que desde muy joven he tenido suerte en mi relación con el mundo de la automoción. Al mes escaso de cumplir los dieciocho años y obtener el permiso de conducir, adquirí mi primer coche, un SEAT 127, que utilicé con profusión al descubrir que viajar, y viajar en coche, tenía para mí una atracción especial. De siempre me ha gustado conducir, más si los viajes eran ciertamente largos y menos si lo que se trataba era de desplazamientos cortos, frecuentes y repetitivos.

Así, y vuelvo a dar gracias por mi buena suerte, siempre he dispuesto de coche y dinero suficiente para combustible. Si bien mi trabajo ha estado desde aquella época distante de mi casa, he procurado utilizar el transporte público y dejar el coche aparcado que es como mejor está, en mi modesta opinión, evitando el tenerlo que coger día tras día.

A principios de los ochenta del siglo pasado, inicié una serie de viajes en mi propio coche por Europa, recorriendo kilómetros y kilómetros por todo tipo de carreteras y llegando a sitios tan dispares como el norte de Noruega, el sur de Grecia, Budapest o las tierras altas de Escocia, por poner algunos ejemplos. En el de Noruega se hicieron más de catorce mil kilómetros. Cargado el coche con la tienda de campaña y todo tipo de comida que no se estropeara, era una gozada lanzarse a las carreteras y conocer sitios, paisajes y gentes diferentes. Y en aquella época no existía el euro y había que estar haciendo acopio de monedas de cada país por los que ibas pasando, toda una aventura.

Yo era, ahora ya no y luego lo explicaré, de los de arrancar el coche y no parar salvo la necesidad perentoria de echar gasolina. Craso error. Voy a referir aquí dos experiencias entresacadas para al final referirme a lo de “áreas”.

La primera, en 1990 fue el viaje a Escocia. Embarqué mi coche, un PEUGEOT 309 diesel en el ferry en Santander y tras una noche de navegación nos “descargaron” en Plymout, circulando por la izquierda, para atravesar toda Gran Bretaña hacia el norte hasta alcanzar las tierras altas de Escocia. En las autopistas había áreas de servicio, muchas o todas ellas denominadas con el español nombre de “Granada”, donde era una delicia detenerse. Daba pena pasar sin parar. Juegos para los niños, jardines, aparcamiento señalizado, baños limpios donde poder incluso ducharte o afeitarte, restaurantes económicos o más caros, en fin, una serie de servicios que invitaban a detenerse y descansar un rato y aprovechar para poner combustible, ir al baño o comer. A lo largo del viaje, de más de siete mil kilómetros, paramos muchas veces en estas áreas de servicio. A la vuelta a España, y por aquello de ir unos días a la playa en verano, nos desplazamos cuatro o cinco días a Peñíscola. En la autopista del mediterráneo, paramos en un área de servicio a cenar algo. Era de noche, el aparcamiento estaba a oscuras con unos pocos fluorescentes. Multitud de carteles anunciaban que se dejara el coche cerrado y sin cosas a la vista. Por un poco de jamón de york, agua y un yogurt nos metieron un “palo” del que todavía estoy temblando. En fin, todo eran facilidades para facilitar la parada de los conductores.

El segundo ejemplo es un viaje realizado a Munich. Mi mujer estaba embarazada y el desplazamiento en coche de más de cinco mil kilómetros se hizo con la condición impuesta por la ginecóloga de detenerse diez minutos cada dos horas y andar un poco, aunque fuera dando vueltas al coche. El primer día hicimos mil cuatrocientos kilómetros con esta cantinela de parar cada dos horas. Quizá tardásemos más pero lo cierto es que tras esa “paliza” de kilómetros llegamos descansados, con ganas de ir a dar un paseo por la ciudad. Desde entonces paro cada dos horas y noto que llego mucho más descansado al destino. Tangencialmente diré que en este viaje visitamos muchas áreas de servicio españolas, francesas, alemanas y alguna suiza y austriaca.

El domingo pasado retorné, en coche, desde Saint Lary Soulan, en el pirineo Francés hasta Madrid. Los setecientos veinte kilómetros a cubrir sugerían dos paradas intermedias. La primera la hice en el área de servicio de la autopista francesa A-64 de Hastinges. Una delicia, mesas para picnic, aparcamiento señalizado, jardines cuidados, baños limpios y hasta una exposición preciosa sobre el Camino de Santiago que pasa por allí. Por supuesto gasolinera y servicios de restauración también.

La segunda parada ya en tierras españolas en un espacio pasado Vitoria que no sé cómo denominar en la autopista, de peaje, que va a Burgos. La gasolinera con pago previo en los surtidores, la cafetería sin comentarios y el coche hubo que dejarlo “por allí”. Llevábamos bocadillos para un picnic que nos tuvimos que comer de pié al lado del maletero del coche y guardar los papeles y los restos en una bolsa en el propio coche porque las pocas papeleras que había allí estaban llenas a rebosar. Baño en la gasolinera o en la cafetería.

Al menos en este aspecto de las áreas de servicio nos falta un largo camino que recorrer, ya que muchas de ellas en nuestro país son simples negocios de gasolinera y cafetería o restaurante que mantienen estrictamente sus locales y no muy bien en la mayoría de los casos que conozco. No sé si el Ministerio de Fomento o quién debería tomar cartas en el asunto y establecer unos requisitos mínimos de tramos y condiciones para estas áreas que invitaran al viajero más a parar que a pasar de largo. Y eso que los peajes no son especialmente baratos que digamos. Como referencia, en los setecientos kilómetros, los peajes han supuesto la cantidad de cuarenta y dos euros a la ida y otros tantos a la vuelta.

miércoles, 5 de enero de 2011

RETIRARSE

“Una retirada a tiempo es una victoria” reza el dicho popular. No se trata tanto de una victoria sino de asumir cuando a uno le ha llegado la hora de dejar de hacer algo que venía haciendo. A medida que se van cumpliendo años, las disposiciones físicas y mentales de las personas van cambiando, lo cual no quiere decir empeorando, sino adaptándose a la realidad. Es evidente que las condiciones físicas evolucionan con la edad y no precisamente a mejor. Bien es verdad que la experiencia puede ayudar en algo pero es indudable que no seremos capaces de hacer las mismas “proezas” que hacíamos de jóvenes, incluso aunque nos cuidemos mucho.

Durante toda mi vida me ha gustado la práctica del deporte, incluso por encima de lo que se podía considerar una media o medida razonable. Me gusta decir que “he jugado a todo pero mal” en una clara asunción de que no he destacado en ninguno de los deportes que he practicado con una cierta intensidad y que han sido varios: ciclismo de carretera y de montaña, baloncesto, atletismo, tenis, fútbol, fútbol-sala, esquí, carrera de fondo, frontenis…

Hoy en esta entrada quiero hablar de mi retirada del esquí. Llegué tarde a él y no he llegado a alcanzar un buen nivel, pero sí el suficiente para disfrutar en esos largos y placenteros descensos por las laderas nevadas de las montañas en un claro y limpio contacto con la naturaleza. Multitud de experiencias y recuerdos se agolpan en mi mente producto de mi deambular por diferentes estaciones de esquí del pirineo español y francés y de Sierra Nevada, en Granada. El salto a los Alpes, de donde todo el mundo habla maravillas por su tamaño y su grandiosidad queda aplazado ya “sine die”. Escribo esto desde la estación de esquí de Saint Lary, en el pirineo francés, donde ha llegado el momento de mi retirada. Me vine con la ropa pero ya casi sin determinación, pues la última vez que me puse unos esquís ya dije aquello de “esto se acabó” y así ha sido. Subo todas las mañanas a las pistas acompañando a mi familia y unos amigos, para ayudarles a acarrear los múltiples archiperres que comporta la práctica del esquí: botas, esquís, palos, guantes, gorros, cascos, etc. etc en una sinfonía de nunca acabar. Hay que reconocer que cuando lo tienes todo colocado y te encuentras en lo alto de una montaña solo pensando en disfrutar del descenso se te olvidan todas las penas. Me dan muchas ganas de ponerme a ello, pero me las aguanto y me bajo al pueblo para disfrutar de la tranquilidad del apartamento, de un paseo y hacer la compra para preparar unos bocadillos y subir de nuevo a la estación a comer con ellos, tras lo cual me bajo de nuevo a esperarles en su regreso por la tarde.

Pero yo he llegado al punto en que pienso que no me compensa. No hay que ocultar que, para la gente que vivimos en el centro de la península, el esquí es un deporte caro, que prácticamente se practica, valga la redundancia, una semana al año salvo alguna escapadita de fin de semana que no se suele producir. No es una cuestión física, pues haciendo las cosas con cabeza y tranquilidad se puede practicar hasta una avanzada edad. No es infrecuente ver en las pistas personas ciertamente mayores que disfrutan de su práctica. Pero como digo, todo tiene un final y lo mejor es saber leer cuando te conviene colgar los trastos y dedicarse a otras experiencias que pueden resultar igualmente placenteras.

Estas retiradas deportivas no son nuevas para mí, ya que han tenido lugar en anteriores ocasiones y por diferentes motivos. Al ciclismo de carretera, que practiqué con intensidad entre los 24 y los 30 años, tuve que decirle adiós cuando el tráfico de vehículos aconsejaba no circular por las carreteras subido a un endeble cacharrito de dos ruedas donde el chasis eras tú. Al cabo del tiempo empezó a ponerse de moda la especialidad de montaña y me enganché a ella unos añitos, al poder dar pedales lejos de las carreteras y de los vehículos que no tenían y siguen sin tener ningún respeto por los ciclistas aunque justo es reconocer que muchos de ellos no se los merecen visto como deambulan por las carreteras. Cada vez se ven menos aunque siempre sigue habiendo accidentes, incluso mortales.

De todos los deportes, el que más me ha gustado y con el que he disfrutado ha sido el fútbol. He jugado de todo, desde portero a delantero y me mantuve en ello hasta cerca de los cuarenta, jugando todos los domingos e incluso en algún tiempo, federado. Una lesión en el menisco, producida mientras esquiaba, fue el detonante para colgar las botas y decir adiós, no sin algo de pena.

Me queda la carrera de fondo, Aunque ya se van a cumplir ocho años desde que corrí mi último maratón en Sevilla, no me resisto a dejar de practicar este deporte que por lo demás es de lo más sano: correr y/o andar. No descarto, aunque lo veo lejano, el correr de nuevo maratones pero si mantener un tono físico que me permita una carrerita de una hora que es bueno para el cuerpo y el espíritu. El problema son cuatro intervenciones de menisco, dos en cada rodilla, que de vez en cuando dicen que están ahí y que tenga cuidado. De andar no me puedo ni quiero retirar y el correr es un poco más que andar en cuanto te lo propongas. Pasito a pasito se llega a todos lados.