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sábado, 25 de mayo de 2013

ABSTRUSAS


Hay noticias que son de difícil comprensión o mejor diríase que hay que utilizar poca inteligencia para digerirlas si uno no quiere enredar su cerebro en una espiral violenta que acabe en dolor de cabeza. Cuando nos acercamos a las páginas de los diarios no tenemos por menos que echarnos las manos al estómago y sujetarlo con fuerza para que no se nos salgan los intestinos en un golpe de risa. Con tanto pinocho como anda suelto, ya no nos creemos ni los anuncios de las compañías serias, pues bien sabemos que con la letra pequeña, o ya sin ella, tratan de engañarnos sin sonrojarse.

He elegido tres noticias cortas encontradas en la prensa diaria escrita de esta semana que pueden leerse en la imagen que acompaña a esta entrada. Si no fuera por las fechas en las que estamos, cualquiera pensaría que pertenecen a un periódico fechado el 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes, y que los redactores nos quieren gastar una broma. Pero no son broma, sino que son reales como la vida misma, el pan nuestro de cada día. Vamos para atrás como los cangrejos y en vez de progresar tiene toda la pinta de que estamos volviendo a la caverna, como ya nos relatara hermosamente Platón hace dos mil cuatrocientos años.

Sería muy interesante conocer cuántos de los lectores que hayan leído la noticia acerca de la detención de los dos fotógrafos se la han creído. Lo más verosímil es que los dos reporteros, en vez de hacer su trabajo, se liaran con las cámaras cual si fueran hondas a dar porrazos a los policías. Menos mal que pone presuntamente, con lo se puede interpretar como que los policías se sintieron agredidos de forma psicológica al ser retratados para la posteridad haciendo su trabajo de defender a los ciudadanos. No estaba allí y no vi lo que ocurrió, pero no se trata de eso sino de comentar lo que se me ha pasado por la cabeza a mí al leer la noticia. Seguro que hasta los agentes que realizaron la detención no se lo creen, pero ellos no están para pensar, sino para ejecutar las órdenes recibidas sin cuestionarlas y esta vez tocaba dar un toquecito a la prensa que sacan muchas fotos comprometedoras y luego pasa lo que pasa. Lo que ocurre hoy en día es que hay “otra” prensa, directa, inmediata y sin comentarios que nos brinda imágenes y vídeos que podemos ver al instante y sacar nuestras propias conclusiones casi en el instante mismo en que están ocurriendo los hechos. Me refiero a mecanismos como “twitter” que nos brinda asistir a los hechos desde cualquier parte del mundo a través de los presentes sin que medie, por lo general, ningún tipo de manipulación.

De la segunda noticia presentada es mejor no hablar. La credibilidad que para mí tiene Mariano no se pone en guarismos negativos porque no se puede, las matemáticas todavía mantienen una coherencia aunque al paso que va la educación no creo que sea por mucho tiempo. Los pelotazos están a la luz del día y los ejecutantes de los mismos, que son legión, ni se ponen colorados. Si el juez los mete preventivamente en la cárcel y les pide dos millones y medio de euros de fianza para salir, al día siguiente los aportan como el que va a comprarse un chicle a la tienda de chuches de la esquina, y aquí no ha pasado nada, a seguir, que la vida es corta y queda mucho para gastar. Yo no alcanzo a comprender como es posible que una persona, trabajando honradamente, aunque sea de presidente de una entidad financiera, sea capaz de ganar tantos millones de euros en una decena de años. La palabra no es ganar, es otra, pero está mal vista y las espuertas son para hacer cemento o yeso los albañiles, no para lo que estamos pensando.

Y la tercera noticia ya sí que no deja de ser hilarante. Los políticos, con tal de no ceder ni un ápice sus prebendas, ya no saben de dónde sacar(nos) el dinero. Explotados a base de mil y una tonterías y recovecos los impuestos ya existentes, inventan otros nuevos como el que van a sufrir los bancos de la ciudad de Barcelona que tengan cajeros automáticos en sus fachadas que den a la calle. Bueno, trabajo para los albañiles que estén en paro, que tendrán que tapiar las paredes y volver a meter los cajeros dentro como estaban antiguamente. Habrá que leer el boletín oficial del ayuntamiento a ver si solo afecta a los que estén en las aceras pares o sean de una determinada marca. Lo siguiente es que estos cajeros, que los utiliza mucho la gente, nos cobren una comisión, de esas llamadas “céntimo bancario” para solventar los agujeros municipales, regionales, estatales o europeos que no dejan de crecer porque cuestiones como esta y otras muchas no van a la raíz del problema, que es lo alegre que es el personal con el dinero de los demás.

En fin, que si queremos pasar un rato de risa, lo mejor es leer en los diarios noticias como esta. Por no llorar, que es lo que procede, se hacen risas y lo que sea menester, faltaría más.

sábado, 18 de mayo de 2013

CEPO


Cortita pero rotunda la palabrita. Sus acepciones son variadas pero en el fondo de todas ellas subyace el concepto de inmovilizar algo, persona, animal o cosa, de forma que no se pueda escapar y ni siquiera mover. En el diccionario oficial podemos encontrar hasta diez acepciones, siendo la cuarta la que nos interesa “Instrumento que sirve para inmovilizar automóviles aparcados en zona prohibida”.

Hace algunos años, estos instrumentos se hicieron muy populares entre la policía de tráfico, dado su reducido tamaño y peso y su alta efectividad en el bloqueo de vehículos, pues se colocan en un santiamén. Una de sus alternativas es la grúa, pero su utilización tiene una serie de requisitos que la hacen desaconsejable salvo en situaciones de fuerza mayor, porque uno de los principales problemas, una vez retirado el vehículo, es el depósito del mismo y todo el aparato administrativo que hay que montar alrededor para que el propietario pueda recuperar su coche tras abonar la tasa o tasas correspondientes.

Suerte o lo que sea, en una única ocasión en toda mi vida se me ha llevado el coche la grúa y tengo que decir en mi defensa que fue por un error combinado entre el guardia, las circunstancias y yo. Dentro de un tramo amplio de carga y descarga, que estaba completamente lleno de coches aparcados, habían reservado un espacio para una mudanza, con las correspondientes señales temporales que indicaban que en ese tramo no se podía aparcar al día siguiente. Dejé mi coche allí y fui a hacer una gestión en la que no tardé ni diez minutos. Cuando volví, una pareja de policías estaba gestionando el asunto y mi coche había desaparecido. Cuando les hice ver que mi vehículo estaba correctamente aparcado, pues la prohibición era para el día siguiente, me acompañaron a los extremos ampliados en que se indicaba que era una zona de carga y descarga. El policía comprendió el error a que se inducía con esa señalización y no supo responder a mi pregunta: ¿ Por qué si ya es una zona prohibida se ”reprohíbe” más? Por lo menos se apiadó de mí y me quitó la multa, pero lo de la grúa, que ya había retirado el coche, era harina de otro costal, no se podía hacer nada, debía ir a recoger mi coche a un depósito a.t.p.c. (lejos) de allí, pagar la tasa y luego reclamar a ver si había suerte, aunque ya me dijo que eran trámites muy largos y en el fondo de todo, la zona estaba realmente prohibida.

Desde ese día llevo en el coche una fotocopia del libro de familia. Las situaciones en el depósito de coches eran esperpénticas. El policía que atendía los pagos y gestiones estaba detrás de un bunker blindado como si le fueran a atracar. Luego comprendí que así se salvaba de la furia de los sufridos que íbamos a por nuestros autos. Lo de la fotocopia del libro de familia lo aprendí en carnes ajenas: un joven segoviano había venido a Madrid en el coche de su novia, que fue cazado por la grúa. Como estaba a nombre de la chica, la policía se negaba a entregárselo a él, pues no podía demostrar tener ningún tipo de relación con la propietaria, que tendría que venir en persona de Segovia a retirar el coche. Menos mal que no era australiana …

Ya he comentado varias veces en el blog temas de tráfico y de lo poco que por lo general se respetan las señales. Si se hubiera respetado la zona de carga y descarga del ejemplo comentado no habría caído yo en la trampa y podría decir que nunca se me ha llevado el coche la grúa. Todo el mundo encuentra su justificación para hacer lo que hace. En el caso del aparcamiento, pensamientos, frases o notitas del estilo de “vuelvo en cinco minutos”, “si molesta llamar al 666.666.666”, “estoy en una urgencia”, “dejando al niño en la guardería” ,“es un momentito”, “estoy en la panadería” u otras similares son frecuentes. Pero una de las cuestiones fundamentales esgrimidas cuando no se respeta la señal de prohibido aparcar es la auto justificación de que “no molesta”. Como no molesta ni interrumpe el tráfico, estoy en mi derecho de dejarlo aquí aunque exista señal que lo prohíba, es que ponen las señales por ponerlas, por fastidiar.

Para estos casos estaba más que indicado el cepo. Al no molestar y no interrumpir el tráfico no es necesario o urgente el retirarlo. Pero si hay una señal, que algunos respetan o respetamos, se debe de hacer cumplir para todos, por lo que lo menos que procede es la multa correspondiente, que no sé si ahora se pagan más o el elemento disuasorio que comentamos, el “cepo” que es muy visual y efectivo. Si cuando estamos buscando aparcamiento con nuestro coche vemos algunos vehículos “cepados”, ya tendremos mucho cuidado de aparcar en zona no permitida con el argumento de que no molesta.

El vehículo inmovilizado que puede verse en la fotografía está aparcado en una zona privada, concretamente el campus de una universidad. Es una zona de paso hacia el garaje subterráneo y está prohibido el aparcamiento. Si se fijan, en su parabrisas hay varias notas indicando que por favor retire el vehículo de esa zona, pero el propietario no debía de hacer caso, con lo que algún sesudo operario de mantenimiento fabricó el original cepo cuya parte delantera se aprecia en la fotografía, existiendo otra pieza similar en la trasera enlazadas por una cadena con candado en los bajos. Aunque la instalación es un poco lenta, su efectividad es máxima, en dos sentidos: para el que ha aparcado mal y para todos los que pasamos al lado que sabemos y aprendemos que en la zona hay cepo y se utiliza, para que se nos quiten las malas ideas de saltarnos las señales, aunque sea por “un momentito”.


domingo, 12 de mayo de 2013

LEGALIDAD


Nuestros políticos, que lo son de todos mal que les pese a ellos y mucho más a nosotros, se llenan continuamente la boca con la frase “hay que cumplir la legalidad vigente” seguida de la apostilla de que la forma que tenemos los ciudadanos para expresar nuestra voluntad pasa por las urnas, aunque no añaden lo de cada cuatro años. Este suele ser el mensaje cuando los ciudadanos expresamos nuestras opiniones por otros cauces que no son estos y que les incomodan sobremanera pues ponen en evidencia su me atrevería decir total desprecio por esos mismos ciudadanos a los que dicen o creen representar.

Al hilo de esto, hay muchas preguntas que hacerse pero se me vienen a la mente dos fundamentales:

¿Cumplen ellos la legalidad vigente?
¿Cuatro años, en los tiempos actuales, no son muchos años sin ningún control?

Las respuestas que cada uno pueda aportar a estas dos cuestiones, con sus matices, pueden alcanzar un número infinito, pues como ya nos dijo Ramón de Campoamor y Campoosorio hace más de cien años “en este mundo traidor, nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira” . Nuestras ideas y juicios, especialmente en lo tocante a la política, conteniendo sin lugar a dudas un alto grado de subjetividad, pueden alcanzar límites insospechados que incluso lleguen a sorprendernos a nosotros mismos en la defensa de lo indefendible.

La legalidad vigente es cambiante a base de leyes que modifiquen las anteriores pero hay algunas normas en las que los políticos, especialmente los que están en el poder o piensan que van a estarlo, tienen mucho cuidado en no tocar, y son principalmente las que les afectan a ellos mismos. La finalidad primera de todo dirigente es perpetuarse en el poder todo el tiempo que sea posible y a fe que los nuestros se aplican a ello con verdadera dedicación.

En esta semana se ha aprobado la ley de costas, una cuestión que preocupa “tremendamente” a todos los españoles, que no tienen otra cosa en que pensar. No he estado atento a los pormenores, pero lo que me ha quedado es que se reduce de 100 a 20 metros la distancia de las construcciones. Una barbaridad muy bárbara, remedando a un conocido payaso profesional. Por mucho que uno lo pretenda, en esto únicamente se atisba el beneficio de algunos constructores amiguetes o la legalización de edificios ya existentes que hubieran de ser demolidos. Esto es un ejemplo de a que dedican su esfuerzo nuestros políticos mientras cuestiones fundamentales como la educación y la sanidad, que nos preocupan a todos, van por donde van.

No se puede generalizar, pero los casos de corrupción en la clase política alcanzan límites insospechados. Y otros que sin ser claramente delictivos atentan contra la conciencia de todos como temas de viajes, dietas, pensiones y demás que se han aplicado a ellos mismo con total impunidad sin despeinarse ni ponerse colorados. Y como no tienen bastante con ello y quieren más, usan de triquiñuelas más o menos ilegales para hacer acopio de más y más prebendas.

Hay muchas cuestiones sin cerrar. Y mucho me temo que como sigamos así seguirán abiertas. Un ejemplo es el de los regionalismos. Allá por los años 30 del siglo pasado, las cuestiones gallega, vasca y catalana estaban en plena ebullición. La República no las solucionó, la dictadura que vino a continuación tampoco y la Constitución de 1978 menos. ¿O es que tenemos alguna duda, a la luz de los acontecimientos actuales, de que siguen abiertas?. El tiempo pone las cosas en su lugar, no sin sufrimientos y penalidades, pero de forma lenta y pausada. La naturaleza no tiene prisa y las cuestiones de los hombres, que no aprenden de sus errores, son pecata minuta en su devenir.

Leo en el blog de mi buen amigo Juan Carlos, en esta entrada sobre las pintadas que no tiene desperdicio, la siguiente frase, que dejo cortada aposta para que sirva a mis propósitos: “Como no es el caso, la situación de nuestra sociedad es delicada. A la sensación de estar siendo gobernados por gente inferior …”. Ha quedado claro que para ser político vale cualquiera con independencia de su nivel de conocimientos y su trayectoria en la vida… ¿les exigen aquel viejo certificado de carecer de antecedentes penales?

Las leyes actuales nos tienen maniatados. Tras expresar nuestra opinión en las urnas tenemos que asistir, sin posibilidad real de hacer nada, a cuatro años de desaguisados y prácticas que pondrían rojo al lucero del alba, donde los de turno se dedican a enmendar lo que hicieron los anteriores, pero no por el bien común, sino por intereses espurios que les preocupan solo a ellos. Meditando tres segundos sobre el tema, pues hacerlo más sería perder el tiempo, la única solución alcanzable de modo práctico que nos queda a los ciudadanos corrientes, y eso en pueblos y ciudades con pocos habitantes, es hacerse con el control de los ayuntamientos, para desde ahí ir progresando en la una limpieza política que la sociedad está demandando a gritos en las calles, con la represión policial en unos casos y la imposición de multas y penas en otros “por incumplir la legalidad vigente”.

"En política hay que sanar los males, jamás vengarlos." Napoleon III


martes, 7 de mayo de 2013

VUELTAS


A vueltas con las vueltas. Usamos muy poco el dinero, cada vez menos, pero siempre hay que llevar algo en el bolsillo. El pago con tarjeta de crédito, un sistema que ya va siendo antiguo, se ha generalizado de tal forma que hay muchos establecimientos que ya exhiben carteles fijando una cantidad mínima para poder ser satisfecha mediante lo que se denomina como “plástico”. Y la cosa no se generaliza más si cabe debido a las altas comisiones que los bancos cobran a los comercios según sus convenios particulares. Aunque según la normativa de las otrora poderosas entidades de crédito está prohibido, algunos comercios indican de forma notoria que no se efectuarán los descuentos si se abona con tarjeta o por el contrario se hará un descuento si se abonan las compras con dinero en efectivo. Incluso he visto alguna tienda y algún restaurante que directamente no admiten tarjetas de crédito: olé sus narices y si se mantienen será porque presentan suficientes atractivos a los clientes para salvar este pequeño, o grande según se mire, inconveniente.

En las transacciones diarias usamos los billetes y monedas en las pequeñas compras o pequeñas consumiciones en bares o cafeterías, pero por lo general la tarjeta sale y entra de nuestra billetera con facilidad. Un asunto que por lo visto a nadie preocupa es el rastro electrónico que vamos dejando y que permite conocer nuestros estilos de vida con suma facilidad a quién disponga de esos datos, que deberían ser solo los bancos pero que no se nos escapa hoy día la facilidad con que los datos se trasiegan, legal o ilegalmente, entre entidades con fines publicitarios primordialmente. Porque si no uno no se explica el recibir antes en papel y ahora de forma electrónica ciertas informaciones muy específicas sobre cuestiones que a priori nos interesan. Deberíamos preguntarnos cada vez cómo y porqué hemos recibido una información y tratar de seguir la vía que nuestros datos han seguido hasta plasmarse en ella.

A modo de ejemplo, supongamos que hemos pasado unos días en cualquiera de las provincias españolas o en cualquier lugar del mundo. Usando la información de nuestra tarjeta, se sabrá en qué tipo de restaurantes hemos comido, en qué tipo de hoteles hemos pernoctado, que compras hemos realizado o incluso a que museos o instalaciones de ocio hemos accedido. Es fácil hacerse una idea de nuestros gustos y nuestras capacidades adquisitivas con los datos de unas cuantas operaciones.

Entiendo que será manía, pero siempre que me es posible y son cantidades no muy altas, utilizo el dinero contante y sonante. También la obtención del dinero, por lo general desde un cajero electrónico indica la posición en la que lo obtenemos, pero nada más, se quedan compuestos y sin información. Normalmente no damos importancia a esto y en aras de nuestra comodidad nos pasamos todo el día facilitando información nuestra a otros, no solo por las tarjetas de crédito sino por otro medio mucho más potente: el teléfono móvil en su forma moderna de “Smartphone”. Saben dónde estamos, que servicios utilizamos, que páginas consultamos e incluso cuando se generalice la tecnología inalámbrica NFC, disponible desde 2003 como un standard, la cantidad de datos sobre nosotros será enorme e instantánea. Todo en aras de “nuestra” comodidad.

Pero volvamos a las vueltas. ¿Comprobamos minuciosamente las monedas del cambio que nos devuelven cuando pagamos algo? Hay muchos timos alrededor de esto y por la poca frecuencia con que lo usamos no estamos al tanto de ellos. También los comerciantes se deben defender de ello. Un modelo a seguir es el de mi carnicero, que sigue el método que ya le enseñara su padre, algo actualizado, y que redunda en beneficio de tendero y de cliente: cuando le das un billete, sea del importe que sea, lo pasa por la máquina detectora de billetes falsos y a continuación lo deja bien a la vista lejos de tu alcance. Procede a dar la vuelta a la vieja usanza, esto es, con el conteo aquel de con esto hace tanto, con esto otro hace tanto y con esto hacen tanto “que es el billete que me has dado”, señalando al billete que está a tu vista. Una vez realizado este ritual y mostrando tú la conformidad, pues te ha hecho comprobar sí o sí el cambio que te da, guarda el billete original en la caja registradora.

Pero no todos los que nos devuelven monedas siguen este ritual. Por lo general, acumulan el cambio en su mano, mezclando billetes y monedas y te los dan de golpe, con lo cual tienes que ponerte a contarlo a su vista. ¿Muestra de desconfianza? Muchas veces por esto no lo comprobamos y nos fiamos, guardando en el bolsillo las monedas y en la cartera los billetes. Si se ha equivocado, queriendo o sin querer, ni nos enteramos. Hace muchos años, en el puesto de chucherías, el señor que lo regentaba intentaba de forma aleatoria timar a los chavales algunos centimillos o incluso pesetas. Yo y mis amigos lo sabíamos y comprobábamos el cambio con pulcritud, pero siempre nos preguntábamos a cuantos detraería algunos dineros sin que se dieran cuenta. Lo que me pregunto ahora es como seguíamos comprando allí.

Este fin de semana me la han jugado en la autopista R-4. Mi manía de no usar tarjetas me hace pasar por las cabinas manuales, un escenario idóneo para el timador. Nunca lo podré saber, pero cuando el empleado de la cabina me devolvió a mogollón el cambio a un billete de 20 euros para abonar 6,95, por su mirada o su actitud tuve la sensación de que me la estaba dando con queso. Pero, claro, es un sitio en el que arrancas a la mayor brevedad por la cola que tienes detrás, sin comprobar tranquilamente el cambio a su vista. El timo es fácil de ejecutar: si le dices que falta algo, te pide perdón y te lo da, pues ya sabe él de que va el asunto. Si arrancas… eurillos al cajón. Una vez arrancado pasé el dinero a mi mujer y le dije que lo contara: treinta céntimos nos faltaban. En este escenario, cuando ya llevas unos metros recorridos es imposible parar, es una autopista, volver y reclamar lo que falta, cuando ya sería tu palabra contra la suya. Ajo, agua y resina que diría un castizo.

Como me gusta aprender de las cosas, seguiré pagando con dinero en los peajes, pero comprobaré el cambio con total y absoluta tranquilidad. Es mi derecho y mi obligación.