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lunes, 26 de agosto de 2013

RECÓNDITO



Besalú es un bonito pueblo enclavado en la comarca gerundense de la Garrotxa que recibe cientos de visitantes a diario para admirar su famoso puente medieval de entrada, hoy peatonal, y sus estrechas calles y plazas plagadas de historia que sin duda embrujan a quienes deambulen por ellas. Pero mucho me temo que gran parte de estos turistas ignoren que a muy corta distancia se encuentra un lugar que yo calificaría de mágico y al decir de sus guardeses muy poco conocido. De hecho fue la pregunta cuando nos mostraron su extrañeza al vernos llegar por allí y nos preguntaron cómo habíamos sabido de su existencia. Buscar y rebuscar en internet a veces tiene su premio como es el caso que nos ocupa. Los viajeros tienen muchas formas de compartir sus experiencias y en la red hay numerosos sitios donde alojar fotografías y comentarios acerca de las vivencias; este blog es una forma de ello aunque hay espacios especializados como “minube” donde la información es tan abrumadora que casi cuesta trabajo localizar lo verdaderamente interesante, pues todos tenemos derecho a contar lo que nos ha parecido bien o mal de nuestros periplos viajeros. Por cierto, en “minube” no figura nada de esta iglesia, así que habrá que subsanarlo.

A tan solo cuatro kilómetros de Besalú se encuentra la localidad de Beuda, un pueblecito pequeño y acogedor que sirve de base para numerosas excursiones por senderos muy bien señalizados que son el paraíso para los caminantes. Según he podido saber en la zona hay cientos de kilómetros señalizados que hacen las delicias de los que gustan de darle a la zapatilla. Pero no hace falta llegar a Beuda, pues poco antes, a la izquierda, se encuentra un desvío señalizado como “Palera”. Una carretera muy estrecha de poco más de un kilómetro te lleva a darte de bruces con el monasterio del Santo Sepulcro de Palera, o lo que queda de él. Como ahora está de moda y a la orden del día llevar navegador en el coche o en el teléfono móvil, consigno aquí su posición: 42º 13,557'N ; 2º 41,951'E para una perfecta localización.

Llegamos poco antes de las once de la mañana y no se veía un alma. La iglesia estaba cerrada y una verja a su derecha dejaba ver los restos del claustro del monasterio. Mientras contemplábamos la escena, un perro salió a recibirnos con sus ladridos, que no eran sino un signo de atención para sus dueños de que habían llegado visitantes. El monasterio ha sufrido últimamente restauraciones durante varios años que han finalizado en diciembre del año pasado. La fórmula empleada por las autoridades me ha parecido muy buena: construir en parte de los anexos restaurados un restaurante con vivienda de forma que las personas que lo regenten sirvan de alguna forma como guardeses del lugar. Por ello, tras el perro apareció su dueña, que nos facilitó la entrada a la iglesia por su puerta lateral, nos iluminó la misma y nos contó una breve historia acerca de sus orígenes y su importancia como centro de peregrinaciones en la Edad Media. También nos dijo que las piedras con las que estaba construida habían sido traídas una a una desde Jerusalén, extremo este que no he podido contrastar en ninguna de las informaciones que he consultado. La iglesia es pre-románica, muy sencilla, relativamente pequeña (28 x 14), rectangular de tres naves acabadas en sus correspondientes ábsides semicirculares y con muy poca o ninguna decoración, pues solo vimos una figura de Jesús yacente en su correspondiente urna.

Pero lo que nos impresionó es la magia del lugar, las sensaciones de paz y tranquilidad que transmite. A cuatro minutos andando por un sendero a través de un bosque denso e impenetrable, se encuentra otra iglesia, la de Santa María, que no pudimos visitar al no encontrar en sus inmediaciones a la persona que tiene las llaves. Esperamos un rato pero nos marchamos. La guardesa de Palera nos había dicho que es muy curiosa su imagen de la virgen sonriente, que evidentemente no pudimos ver.

Tras visitar la iglesia y tomar un café nos disponíamos a marchar cuando nos informamos de que se servían comidas. Nuestro problema es siempre la celiaquía de mi hija, pero resulta que cuando consultamos a la guardesa nos dijo que no había ningún problema, que su hijo también lo era y que podíamos comer con toda tranquilidad. Así que dicho y hecho, tras bajar a visitar Besalú, subimos de nuevo a degustar una espléndida comida, aunque esto fue un error: comimos tan bien que nos quedamos noqueados para el resto de la tarde, pero la experiencia en el Santo Sepulcro de Palera y sus anexos mereció muy mucho la pena.

domingo, 18 de agosto de 2013

TAPÓN


Cuando disponemos de palabras apropiadas en nuestro rico castellano no me gusta utilizar extranjerismos y menos en el título de las entradas de este blog. Pero el título debería ser, en negrita y con mayúsculas, una palabra francesa, “BOUCHON”, que me tuvo todo el día de ayer martilleando la cabeza sin cesar. “Bouchon” es el término que utilizan los franceses para designar los atascos o retenciones de tráfico. No tengo un diccionario a mano pero parece que por las búsquedas en internet el término tapón es la mejor traducción. Durante todo el día de ayer, los paneles informativos de la autopista solo ponían “bouchon, bouchon y bouchon”.

Uno pensaba, hasta ayer, que las autopistas de peaje, por ser de peaje, son carreteras especiales, seguras y rápidas, que los automovilistas eligen para desplazarse mejor que por las carreteras convencionales, y por ello asumen el pago de una cuota, peaje, que les haga más placentero y rápido el viaje. Lo de seguras es probable, lo de rápidas…jejeje.

Ayer, sábado, íbamos a desplazarnos desde el norte de España a una localidad gerundense para pasar unos días y conocer la zona. Los navegadores de tráfico, cuyo nombre omito para no hacer propaganda al mío porque son unos peseteros, e incluso el Google Maps, que sí especifico y le hago propaganda por su gratuidad y buen funcionamiento, marcaban como ruta principal el hacerlo por la autopista A61 que transcurre paralela a los Pirineos por el sur de Francia. La alternativa española era desviarse en Bilbao hacia Logroño y Zaragoza para desde ahí vía Lérida alcanzar el punto de destino. La diferencia en kilómetros era pequeña, sobre unos cuarenta kilómetros más por la vía española que por la francesa, en un recorrido total algo superior a ochocientos kilómetros. Un pueblecito especial en el recorrido nos hizo decidirnos por Francia: Carcassonne estaba en el recorrido y era una opción de parada para visitarle dado que habíamos estado hace muchos años en esa preciosa ciudad patrimonio de la Humanidad.

Así que dicho y hecho, por Francia. Saliendo prontito e incluyendo las preceptivas paradas cada dos horas en las que se pone gasolina, se visita al amigo Roca, se come el bocadillo en una de las muchas y estupendas áreas de servicio francesas y se visitaba la ciudad de Carcassonne, esperábamos llegar al apartamento de destino sobre las seis de la tarde con tiempo suficiente para instalarnos y descansar del viaje. Pero el hombre propone y Dios dispone.

Antes de seguir una aseveración: no es de recibo que los puestos de control para abono de los peajes en una autopista provoquen retenciones, atascos, tapones, congestiones, embotellamientos, aglomeraciones, en definitiva y en francés, “bouchones”.

Pues así empezamos, Nada más entrar en Francia dos retenciones de veinte y veinticinco minutos en los dos primeros peajes que son de alrededor de dos euros. Luego y a lo largo de todo el día con paradas frecuentes, circulación más que lenta y peligrosa con tirones y frenazos y el peaje de Tolouse ya fue la bomba: cuarenta y cinco minutos. Cuando nos salimos en Carcassonne para hacer la visita eran más de las cuatro de la tarde por lo que íbamos ya con cierta premura y ni pudimos disfrutar de esta ciudad de cuento. Vueltos a la carretera, más de lo mismo y en cantidades industriales. Hasta llegar a Narbonne un continuo dolor. Luego tuvimos un poco de fluidez, pero acercándonos a la frontera y por mor de las salidas de la autopista donde los listillos no esperan la cola y como en España se quieren meter en el último momento, llegando prácticamente a bloquear una autopista de tres carriles. Ya digo, como en España, en todas partes cuecen habas. Cuando entrábamos en España, el “bouchon” en sentido contrario menos mal, para entrar en Francia era de unos quince kilómetros llenos de coches y camiones completamente parados. Casi a las nueve de la noche, cansados y cabreados, llegábamos a nuestro destino. ¿Qué pasaba en Francia ayer sábado 17 de agosto? Supongo que lo mismo que pasará en España pero hoy domingo, cambio de quincena, puente y todo lo demás. No estuvimos atentos.

Supongo que es clamar en el desierto pero se debería estudiar alguna ley que metiera mano a los concesionarios de las autopistas en el asunto de las retenciones provocadas por los peajes. Si no son capaces de gestionar el cobro con fluidez y provocan retenciones de pongamos cinco o diez minutos, ponerles la obligación de abrir el paso de forma libre y gratuita durante un tiempo a modo de sanción.

domingo, 11 de agosto de 2013

FRACASO


Las sociedades humanas actuales, en mayor o menor medida, van progresando en sus modos de vida si bien habríamos de discutir mucho el concepto de progreso, pues cada uno de nosotros tenemos el nuestro y lo que para unos es mejoría para otros es una marcha atrás. Ya dijo Campoamor aquello de “En este mundo traidor / nada es verdad ni mentira; / todo es según el color / del cristal con que se mira”. Lo que es indudable es que como ya dijera Hilarión en la conocida “Verbena de la Paloma” “los tiempos cambian que es una barbaridad” y cosas y situaciones que eran cotidianas desaparecen y son sustituidas por otras casi sin darnos cuenta ni reparar en ellas. Un ejemplo para asentar esta idea son las máquinas de escribir o calcular, que plagaban domicilios y oficinas hace unos años y que ahora han desaparecido de la faz de la tierra. Hay que decir que se conservan algunas, pero más como piezas de museo que otra cosa, ya que hasta dudo que haya repuestos para mantenerlas al día.

Pero todos estos avances, algunos de ellos espectaculares e impensables hace muy poquitos años, arrostran tras de sí una serie de fracasos en la parte personal y social que vamos sobrellevando como podemos y a los que hemos acabado por acostumbrarnos, como si se tratase de un coste que debemos asumir por estar en esta sociedad, cada uno en la suya, y “disfrutar” de todo lo que se nos brinda, bueno y malo.

Eso que se ve en la imagen que acompaña a esta entrada son unos desagradables archiperres, que no "achiperres", llamados bolardos, desgraciadamente muy conocidos por todos, pues adornan con profusión machacona las aceras de gran parte de nuestros pueblos y ciudades. Bien es verdad que es para mí una alegría cuando visito un pueblo y veo que tiene sus aceras limpias de este desagradable ajuar urbano. Los que hemos obtenido el permiso de conducir, e incluso por sentido común, sabemos que no se puede aparcar en una acera, que está prohibido, que las aceras son para los peatones y las mamás con los carritos de los bebés. Pero con el incremento de los vehículos en pueblos y ciudades, en los que no se pueden ensanchar las calles que ya existían desde hace muchos años, cualquier rinconcito es carne de cañón para el vehículo en busca de aparcamiento.

Primero fueron los “momentitos” para descargar o comprar algo, luego los “no molesta” y así, con el tiempo, acciones que están fuera de lugar se ven como corrientes y, como digo y esto es lo peor, nos hemos acostumbrado a ellas. Como no se puede tener un policía detrás de cada ciudadano, el único sistema para evitar estos actos incívicos es recurrir a barreras físicas que las impidan por la fuerza. Lo que ocurre es que estas barreras tienen un coste económico y un impacto ambiental, además de ser un peligro para los peatones, que muchos tobillos y rodillas se han cobrado e incluso para los coches, que ven con mucha frecuencia abollada su chapa por contacto con ellos.

¿Es tan difícil hacer cumplir las normas? Si desde el principio, cuando se vio el primer coche subido en una acera, se le hubieran crujido las entretelas, con publicidad incluida, habríamos ahorrado muchos dineros, mucha estética, mucha escayola y mucho chapista. Pero quiá, se toleran las cosas hasta que se hacen cotidianas y se asumen cuando ya no queda más remedio. Lo que decimos, un fracaso social.

Fracasos en el tráfico hay muchos. Y el tráfico es un espejo bastante fiable de la educación social, que brilla por su ausencia en muchos aspectos de las relaciones de las personas.

Arrastramos muchos fracasos hoy en día y cada vez cuesta más solucionarlos, pues parece que lo único que entendemos es el “jarabe de palo” y el “cuando las barbas de tus vecinos veas pelar”, que se tienen que emplear a fondo, con contundencia y perseverancia, para que cada uno de nosotros dejemos de ser contumaces y asumamos y cumplamos con las normas que ya sabemos. La convivencia social se basa en esto y no nos damos cuenta que su deterioro no nos conviene.

Hay una lista enorme de fracasos, que crece con el paso del tiempo, pero cada uno tendrá la suya. Para iniciar, apunto otra: las “cacas” de los perritos en la vía pública.

lunes, 5 de agosto de 2013

PRIVADO


Desde que recuerdo, siempre he escuchado de forma machacona que, en el mundo empresarial, el sector privado era lo más conveniente en detrimento del sector público. Las empresas oficiales tendían a estar gestionadas por directivos nombrados a dedo por el político de turno y no siempre respondiendo a criterios objetivos en cuanto a los conocimientos y funcionalidad de la persona para esas labores. Bien es verdad que un directivo no lo es todo, especialmente si se apoya en su equipo y se deja aconsejar por él. De hecho hay numerosos ejemplos a lo largo de los años de empresas públicas que llegaban a convertirse en golosinas para el sector privado por su buena gestión y sus beneficios, siendo por ello carne de cañón para ser privatizadas y pasarlas al sector privado, y en ocasiones de forma no muy conveniente y en contra de la opinión de todos, porque aunque se supone que el dinero obtenido por la venta serviría para mejoras en otros aspectos de la vida de los ciudadanos, disponemos de numerosos ejemplos en los que esto ha quedado muy diluido y no se ha llegado a concretar.

Ahora mismo tenemos en el candelero el caso del Canal de Isabel II, empresa pública que gestiona todo el asunto del agua de Madrid, y por lo que parece de forma satisfactoria. Nuestros sesudos dirigentes la quieren vender para mejorar la gestión, toma ya, pero de paso para coger unos eurillos con los que tapar los agujeros que tienen por todos lados por su mala cabeza, bueno, por su mala gestión, en épocas anteriores, donde se han metido en charcos que han costado una porrada de millones solo por el gusto o capricho de algunos. Recordemos ese tremendo y magnífico teatro-auditorio que el antiguo dirigente “Fallardón”, la “F” inicial es de faraón, levantó en San Lorenzo del Escorial y que está todo el año, prácticamente, vacío y sin contenido, pero que costó sus buenos millones de euros, además de algunos atropellos urbanísticos, y que tiene un mantenimiento anual que supondrá sus buenos euros, que bien vendrían para destinar a becas de libros o comedor para muchas familias que lo necesitan.

Pero la imagen que acompaña a esta entrada habla de una noticia que afecta a una empresa conocida por todos: PESCANOVA. Una empresa privada, repito y enfatizo, p-r-i-v-a-d-a, en la que su equipo directivo ha hecho y desecho a lo largo de los años lo que les ha venido en gana. Para eso era una empresa privada, y los organismos públicos lo único que se tienen que preocupar con respecto a ella es que pague sus impuestos y cumpla las normativas existentes en todos los aspectos: laborales, medioambientales, impositivos etc. etc.

El dieciocho de julio pasado, el diario El País titulaba “Fraude a gran escala en Pescanova”. Una de las obligaciones que tienen este tipo de empresas es pasar las auditorías correspondientes. Pero ya se sabe, y lo he comprobado en propias carnes, quién paga la auditoría, con lo cual es una relación complicada de amor y odio que hay que llevar bien si la empresa auditora quiere ser seleccionada para hacer la del año siguiente. KPMG debió de no querer pasar por encima de lo que ya era un verdadero escándalo y desveló que Pescanova estaba en quiebra técnica con un agujero de 927 millones y 3.281 de deuda. Y lo peor no es eso, sino que certifica que “su investigación señala que la dirección maquinó el engaño”. El diario publico.es titulaba “Pescanova manipuló sus cuentas para ocultar su deuda” o la CNMV decía “Pescanova manipuló sus cuentas de forma deliberada” entre otras noticias similares a lo largo de esos días en diarios de información general y económicos.

Si estamos hablando de una empresa privada, la teoría es que allá se las compongan. Cuando han ganado dinero se lo habrán quedado para inversiones o repartir entre quienes haya sido, los empleados no creo. Lo siento por todo lo que conlleva que una empresa de este calibre vaya a la quiebra: empleados, empresas subsidiarias, accionistas…

Lo que no es de recibo, en ningún caso, es que “papá estado”, en este caso y al menos la Xunta de Galicia, destine dinero público, que nos está quitando de sanidad o educación por ejemplo, a “ayudar” a empresas de este tipo, privadas, que cuando han marchado bien no creo que hayan hecho donaciones para mejorar la vida de los ciudadanos.

No podemos soslayar casos flagrantes y similares a este en otro tipo de empresas más sensibles: Bancos y Cajas de Ahorro. En este caso es menester recordar que en Islandia las dejaron que se fueran al guano, como corresponde a una empresa privada si queremos llevar las consecuencias al límite. Los ciudadanos nos vemos obligados a acogernos en estas empresas porque hoy en día sin una cuenta bancaria es casi imposible vivir, tal y como funcionan los sistemas de cobro por servicios que son inexcusables hoy en día.

Una alternativa a esto de la banca sería que existiera una banca pública, cuyos dineros si estarían garantizados por el Estado. Los que quisieran llevar sus dineros a la banca privada, se arriesgarían a perderlos si la gestión no fuera correcta, por lo que tendrían que tener más cuidado en vigilar y controlar sus actuaciones. Pero ya se encargaron los socialistas allá a principios de los noventa del siglo pasado de privatizar la banca pública que existía con aquel engendro de Argentaria, cuyo valioso patrimonio es hoy disfrutado y vilipendiado por el BBVA, que entonces no tenía la “A” y era solo “BBV”. Un ejemplo muy actual: ¿Son de recibo los muchos euros que ING se gasta en publicidad? ¿No sería mejor invertirlos en mejorar las condiciones de remuneración de sus clientes o establecer provisiones para el futuro?. Es tan solo un comentario.

Por estas características especiales, los bancos y cajas están, o deberían estar, vigilados y controlados por una entidad llamada Banco de España. Pero después de todo lo que ha pasado en Bankia y similares ya sabemos cómo se efectúan estas vigilancias si es que se hacen. Y no quiero con esto desmerecer a los técnicos e inspectores del Banco de España, que seguro que son unos profesionales de tomo y lomo que hacen, cuando les dejan, bien y concienzudamente su trabajo. Otra cosa es lo que hagan los dirigentes con los resultados de sus pesquisas.

Uno no deja de asustarse al comprobar en manos de quienes estamos y como cuidan de nosotros los que se supone que deben velar por nuestros intereses y por hacernos la vida más llevadera. Y es que para eso cobran, de nuestros impuestos, y no poco, vive Dios.