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domingo, 23 de febrero de 2014

EMBUSTES



Hace unos días leía en un periódico el siguiente texto emitido por la U.D.E.F., Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal, una unidad especializada de la policía:
La policía dice que P.A.C. se benefició de los negocios entre Gürtel y el PP. La UDEF concluye que Cascos es el P.A.C. que cobró 980.000 euros de la trama Gürtel.
En esas mismas fechas se podía leer la contestación del aludido:
«No he mantenido ningún tipo de relación con el señor Correa ni con sus empresas desde el año 1.995».
La «cosa» no cuadra. Alguna de las dos partes miente, o por ser más educados si es que se puede serlo o hay que serlo, no dicen la verdad. Ya se sabe que pueden equivocarse ambos y en ese caso no sería una mentira, o sería una verdad a medias, que es mucho peor que una mentira.

Día tras día nos desayunamos con, presuntos, casos de corrupción que afectan a todo tipo de personas y entidades, en donde unos y otros se extralimitan en sus funciones y o bien ejecutan acciones o bien hacen la vista gorda teniendo como fin el llenarse los bolsillos propios o de amigos que al final se van a portar bien y nos van a hacer partícipes de esos beneficios, bien de forma directa en forma de billetes contantes y sonantes bien en «especie» con un relojito, un cochecito o un viajecito de esos que nublan los sentidos.

Y es que no hay nada como manejar el dinero ajeno. Se gasta con más alegría. Y además gastando, poniendo en circulación, es la mejor manera o la única de escapar de los posibles controles y dejar algo en la cuneta justo antes de que pase por allí alguien conocido que lo recoja.

Pero esto va de mentiras. Tras muchas trabas, desde todos los ángulos posibles e incluso inimaginables, un juez ha logrado la proeza de sentar en el banquillo a un alto personaje de nuestra vida pública para someterle a un interrogatorio sobre supuestas actividades económicas fraudulentas llevadas a cabo en los últimos años por ella y su marido, titulares al 50% de una empresa que además de llevárselo crudo ha utilizado toda clase de triquiñuelas para deducir impuestos y burlar a la Hacienda Pública, que sí somos todos, aunque unos más y otros menos. Vamos, que los ojos del fisco no se fijan igual en todos porque con algunos hace la vista gorda; ya sabemos todos que es lo que significa.

Pues bien, este alto personaje de nuestra vida pública ha respondido a más de quinientas preguntas con evasivas del tipo «no sé», «no me acuerdo», «no me consta» o similares. Y yo no me creo que al menos a cuatro o cinco, no más, de esas preguntas emitidas por el juez les fuera de aplicación una evasiva. Algo sí debería saber o recordar, aunque solo fuera de esas cuatro o cinco. Así pues, cabe la posibilidad de que en esas cuatro o cinco, repito, haya mentido. La ventaja que tiene el mentiroso es que conoce la verdad y eso le reconcomerá toda su vida.

Por poner un tercer ejemplo, el número tres de los mandamases de la Comunidad de Madrid ha sido pillado con el carrito del helado, digo con una cuenta en Suiza con una determinada cantidad de euros. Hemos oído las declaraciones de su boca diciendo primero que no tenía ninguna cuenta en ese país, luego al día siguiente que sí pero que la había cancelado hace muchos años, luego que sí pero que no y luego que no pero que sí. Al menos este ha dimitido, aunque la cosa ya escama porque tiene toda la pinta de que ha sido su propio partido político el que le ha puesto el puente de plata no vaya a ser que se complique la cosa. Ya ha habido experiencias en los últimos tiempos con otro personaje cuasi público apodado «el cabrón», actualmente entre rejas, y ya se sabe que «el gato escaldado del agua fría huye», por lo que es de suponer que los dirigentes de ese partido no quieran más problemas, que ya tienen bastantes.

La MENTIRA con mayúsculas y en negrita se ha instalado en nuestras vidas. Y por todo lo alto y sin ponerse colorados, cuanto más gorda sea, mejor, no pasa nada. ¿Es DELITO mentir? ¿Es DELITO mentir a un juez cuando se está bajo juramento? Me temo que si existe el infierno, van a tener que aprobar los diablos partidas extraordinarias de compra de energía calorífica para mantener tantas calderas en ebullición que acojan a tanta gente que anda por la vida con la mentira por bandera. Y nos decían también que era pecado, pero esto es solo punible en lo religioso, con lo que al que no sea observante de la religión eso del infierno le trae al pairo. Y además de pequeños nos conminaban a que no dijéramos mentiras, que se nos iba a caer la lengua y que tarde o temprano íbamos a ser pillados, porque «se coge antes a un mentiroso que a un cojo». Muchos no debieron ir a clase ese día, no aprendieron bien la lección o la han olvidado.

Como en otras tantas cosas, esta sociedad va de capa caída. Cuando un político jura o promete su cargo y se compromete a bla, bla, bla … seguro que la otra mano la tiene por detrás con los dedos cruzados invalidando la promesa o juramento, porque si no no hay quien lo entienda. No se puede ni se debe generalizar, pero parece que hay mucho felón suelto. Y lo malo de todo esto es que no solo estamos hablando de la cosa pública, que en la privada lo de mentir también se lleva y si no que se lo digan, por poner un ejemplo, a un juez llamado Elpidio Silva al que se le ocurrió hacer preguntas a «miguelito» y meterle en la cárcel por sus respuestas. Con el paso de los días, el «malo-más-que-malo» es el juez, ahora expedientado y perseguido con saña por sus propios colegas con el fin de echarle de la carrera judicial.

Una cosa que tengo grabada en la memoria desde muy pequeñito y que debe seguir vigente es que «la ignorancia de la ley no exime de su cumplimiento». Así, si alguien ha transgredido la ley, aunque no se acuerde, le debe ser aplicada con todo el rigor.

Y ya para terminar, otro refrán que lo deja todo claro, por si había dudas: «De la mentira viven muchos, de la verdad, casi ninguno». Por eso, los embusteros proliferan, principalmente para vivir muy requetebién.