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lunes, 10 de marzo de 2014

AVIZOR



Realmente el título de esta entrada no hace honor al contenido de la misma, debido a una mala apreciación mía sobre su significado. He ido al diccionario y «avizor» tiene idéntico significado que «acecho» o «acechar» que es «observar, aguardar cautelosamente con algún propósito». Y lo que voy a comentar no hay que hacerlo de forma cautelosa sino bien a las claras y todos los días.

Hay varias cosas que me han revuelto las tripas de siempre. Una de ellas ha sido el asunto de las comisiones cobradas por las empresas de manejo del dinero. Cuando yo empecé a trabajar en ellas y con ellas, los clientes recibíamos una pequeña compensación como réditos por dejarles nuestro dinero, que a su vez era utilizado por ellas para prestárselo a otros a cambio de un buen interés. Digamos que negociaban con nuestro dinero, en grandes cantidades, y de los beneficios que obtenían nos daban unas pequeñas migajas. Pero al menos era algo. De ahí se pasó a no dar nada y un poco más tarde a cobrarnos … las dichosas comisiones.

El viejo truco de crear la necesidad atrayéndose al personal con señuelos y servicios gratuitos para, una vez creada la dependencia, revertir la gratuidad y cobrar por ello. Recuerdo en 1978 cuando empezaban a llegar a España los cajeros automáticos que una entidad emitió casi dos millones de tarjetas de plástico para poder operar en ellos. Esto era un beneficio para la propia empresa pues descargaría la presión sobre las oficinas pudiendo reducir el número de empleados. Aquellas eran gratuitas e incluso se daban premios aleatorios por su utilización para fomentar su uso. Con el tiempo se han convertido en imprescindibles y no cabe en la cabeza ir por la vida sin unas tarjetas que usamos a diario en restaurantes, comercios, gasolineras, cajeros automáticos y, últimamente cada vez más, en internet. Ahora que tenemos la necesidad, que nos es imprescindible su uso, toma comisión y si te atreves la devuelves para no pagarla. Algo así pasó con las cuentas que en su día eran meros depósitos de meter y sacar dinero pero ahora son casi imprescindibles para la domiciliación de recibos entre otras cosas.

Por unas cosas u otras, a lo largo de toda mi vida he eludido el pago de comisiones bancarias. Algunas veces no me ha quedado más remedio, como el tener que disponer de dinero en efectivo en cajeros automáticos en otro país. Pero solo en contadas ocasiones he asumido el tener que pagar una comisión por un servicio bancario. Bien está que no me den nada por negociar con mi dinero, sea poco o mucho, pero por lo menos que no me cobren.

Hace unos años una empresa ahora muy conocida optó por remunerar de alguna forma los depósitos de los clientes. Y utilizó la fórmula de abonar una pequeña cantidad en función de los recibos de consumo que se pagaran a través de esa cuenta: gas, luz, electricidad, agua … La jugada era clara: me atraigo la domiciliación de los recibos básicos de los clientes, que tienen que tener un saldo para su pago y me hago con clientela estable de forma mensual. En mi caso y como se puede ver el importe que me abonan al mes no llega a los tres euros, pero algo es algo.

Y aquí enlazo con lo de estar ojo avizor y vigilar los movimientos de las cuentas, cosa que hago casi a diario. En todas partes cuecen habas … y se producen fallos. Ya he tenido algún caso de movimientos duplicados que han sido arreglados tras las opotunas llamadas telefónicas pero esta vez lo que se ha producido es un abono duplicado de esa pequeña cantidad debida las domiciliaciones de recibos de consumo. En todos los meses anteriores ha existido un único movimiento de abono, lo que me hace pensar que se trata de un error, no sé si único en mi cuenta o generalizado en todas las cuentas del banco. Lo extraño es que sean importes distintos, aunque la diferencia solo sea de cinco céntimos. Los que sabemos algo de informática deducimos enseguida que se trata de un error en los procesos derivado de repetición de trabajos, duplicación de ficheros o cuestiones similares. El hecho de que los importes sean diferentes revela un segundo cálculo pues las cantidades pagadas por los recibos en el mes anterior no han variado.

Y como a mí me gusta protestar cuando las cosas van mal o en mi contra, también lo hago cuando es a mi favor. Así que hice el esfuerzo de buscar el número de teléfono equivalente al 901 de marras ---no más 902--- y llamé solicitando hablar con un operador. En este caso era operadora y por más que me esforcé en explicarle el asunto, no me hizo ni caso y hasta yo dudo que me entendiera. La explicación que me dio era que se producía un abono por cada recibo, a lo que yo contesté que sería en todo caso el primer mes en que se producía esto. Como entramos en un diálogo de besugos, opté por no complicarme la vida y dejar las cosas como estaban. Supongo que la llamada estará grabada pues todo lo graban por si acaso hay que usarlo en tu contra, nunca a tu favor. El caso es que han pasado unos días y los casi tres euros siguen en mi cuenta, con lo que me podré tomar una cerveza a la salud del banco. Estaremos atentos al mes que viene a ver que ocurre.

Así pues, atentos a todo lo que se menea y nada de confiar en cosas que como están «hechas por ordenador» suponemos que están bien. Los que manejan los ordenadores son humanos y se equivocan.