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domingo, 17 de enero de 2016

ACTITUD



Ayer sábado dieciséis de enero de dos mil dieciséis se celebró la tercera edición de un evento magnífico que lleva por título «GrandesProfes» y que está organizado por la fundación Atresmedia y patrocinado por diferentes empresas. Se trataba de la tercera edición y como quiera que tuve la oportunidad de asistir el año anterior a la segunda, según comenté en este mismo blog en esta entrada, me animé a participar este año. Todas las comparaciones son odiosas pero tengo que manifestar que el nivel estuvo bastante más bajo que el año anterior, no por la organización que fue perfecta y con una puntualidad exquisita, sino por la categoría y la forma de desenvolverse de los ponentes: el pasado año el listón había quedado muy alto. Información del acto, sus patrocinadores y enlaces al vídeo en esta página web.

Cerca de dos mil asistentes, la mayoría profesores, siguieron en directo el acto en la magnífica sala 25 del complejo de cines Kinépolis en Madrid y en dos salas anexas, pero pudieron seguirlo por «streaming» muchos más desde cualquier punto del globo. Para aquellos que se lo perdieron o quieran volverlo a ver de nuevo, en este enlace pueden hacerlo, aunque curiosamente no está la ponencia que más me interesó por su contenido, su dinamismo y el conferenciante. O no está o yo no la he encontrado. Es curioso.

Siempre se aprende algo aunque te vuelvan a repetir cosas archiconocidas, pues sirve para repensar de nuevo en ellas y actualizarlas a la luz de los últimos acontecimientos de este vida tan dinámica que llevamos, donde un día nunca es igual al anterior. En todo caso, solo la primera y la última ponencia me parecieron relevantes. La última estuvo a cargo de Nachi Picas, una joven chilena invidente que ha llegado a base de esfuerzo y tesón a dar conferencias y escribir un libro relatando los pormenores de su vida como estudiante y agradeciendo a varios de sus profesores la oportunidad que la dieron al confiar en ella y verla como una alumna más pero tratando de ajustarse a sus características especiales al ser ciega.

Pero la base de esta entrada son comentarios a la primera ponencia, una ponencia dinámica, alegre, motivadora y por momentos graciosa que estuvo a cargo del conferenciante, formador y escritor Viktor Küppers, un holandés afincado en España desde hace muchos años y al que de su nacionalidad de origen le debe de quedar solamente el nombre y el apellido. Tiene varios libros publicados que pueden encontrarse a poco que busquemos por la red. El eje de la magnífica conferencia que nos brindó versaba sobre la «actitud».

Ante los sucesos que nos toca vivir a diario podemos conformarnos y resignarnos o por el contrario plantarles cara y elegir luchar para vivir con alegría e ilusión. Una de sus diapositivas, muy provocativa, decía que «estamos tarados» por el peso de las circunstancias y nos pasamos, es un ejemplo, las semanas deseando que llegue el viernes. La vida se nos escapa a toda velocidad en una sucesión de días grises y monótonos en los que deambulamos tocados por un virus denominado «pschhhhhhh» que infecta nuestros pensamientos y nuestras conversaciones.

La fórmula que figura en la imagen de esta entrada conjuga los conceptos «conocimientos», «habilidades» y «actitud». Es fundamental observar que las dos primeras suman mientras que la tercera multiplica. Los conocimientos y las habilidades de una persona son muy importantes en todos sus actos pero mucho más lo es la actitud que tiene al desenvolverse. De qué nos vale un profesor con grandes conocimientos y habilidades si al dar sus clases se muestra apático, malhumorado y «pschhhh…» y solo tiene ganas de que llegue el viernes. Y lo que es válido para un profesor lo es para todos en cada una de sus profesiones, aunque no es lo mismo en aquellos que laboran de cara al público que en otras profesiones más solitarias. Pero siempre es importante la actitud porque nos hará sentirnos mejor a nosotros mismos si afrontamos las cosas con alegría.

Una cuestión importante que planteó es como recordamos a las personas importantes o influyentes que han pasado por nuestra vida: profesores, jefes, compañeros de trabajo, etc. etc. Probablemente lo que más pese en nuestro recuerdo sean sus actitudes, sus comportamientos, en suma, su manera de ser y desenvolverse en sus relaciones con los demás. Los entornos actuales están, cada vez más. sembrados de tendencias desanimadoras, pero siempre podemos elegir no contagiarnos de ellos y mostrar una actitud positiva, no dejar que nos minen nuestra autoestima y aplicar las mayores dosis posibles de alegría y humor a todos nuestros actos de una manera egoísta, porque los primeros beneficiados seremos nosotros mismos.

Muchos de los problemas que representan un mundo en un momento determinado desaparecen y se olvidan al día siguiente para caer en otros. Es pues conveniente dotar a nuestros pensamientos y actos de una cierta relatividad, focalizarnos en lo positivo y en lo que funciona y tratar de arreglar lo negativo y lo que no funciona sin dejarnos llevar por el desánimo y la desesperanza en el convencimiento de que dentro de un tiempo todo será agua pasada y nos enfrentaremos a nuevos retos.

Por la propia costumbre, en muchas ocasiones no valoramos lo que tenemos. Cosas tan simples como abrir la nevera y tomarse una cerveza refrescante en un día de calor, dar a un interruptor y encender la luz o abrir un grifo y que salga agua representan un mundo inalcanzable para muchas personas de este planeta que carecen de las cosas elementales. La vida es como es y nosotros podemos elegir como verla, con las gafas oscuras todo en negativo o con los cristales claros y una gran luminosidad y alegría. Probablemente sea complicado cambiar el contexto en un momento determinado, pero nada nos impide cambiar nuestra actitud hacia él. Y si convertimos en un hábito elegir una actitud positiva de forma generalizada, nosotros seremos los propios beneficiados. 


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