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domingo, 16 de octubre de 2016

DESCONCHÓN




Cuando elijo un título para la entrada que comienza por el prefijo «des» me viene a la cabeza una de mis entradas favoritas de este blog, escrita en hace ya más de ocho años, en febrero de 2008 y que lleva por título «DESAPARCAR» la cual he aprovechado para leer de nuevo y de paso recomponerla estéticamente un poco, sin modificar su contenido. Y entrando ya en materia, el dicho popular «a la cama no te irás sin saber una cosa más» cobra cada vez más una vigencia inusitada a la luz de los vertiginosos cambios a los que estamos asistiendo en los últimos tiempos.

Tuve una época de «bricolero» en la que pasaba muchas horas enfrascado en los mantenimientos de la casa y en hacer trabajillos para amigos y compañeros. Me divertía trasteando con herramientas y materiales y en su día llegué a tener una cierta presteza en todos estos asuntos. Serían incontables los agujeros realizados para poner tacos y colgar cuadros y estanterías. El tiempo ha pasado y mis condiciones actuales de vida no requieren ni permiten estos trabajos, además de que ocupo mi tiempo y me preocupo de otros asuntos. Pero de vez en cuando hay que retomar viejas aficiones y desempolvar el nivel y la taladradora.

Hace unos años se puso de moda en las casas de nueva construcción el dotar a los cuartos de baño con bañera y bidet. En mis tiempos de chiquillo contábamos en casa con un plato de ducha y gracias, que no todos mis amigos disponían de él. De estos cuadrados añadidos a un rincón en el cuarto de baño de la casa y con su cortina de plástico que había que pegar a las paredes de azulejos para evitar que se saliera el agua. Parece que un signo de modernidad y de más nivel es contar con bañera en casa, aunque en los más de veinte años que llevo viviendo en la mía jamás he utilizado la bañera y evidentemente tampoco el bidet.

Las bañeras son un peligro a la hora de entrar y salir de ellas, especialmente para la gente mayor. Sin entrar en si yo lo soy o me considero, este verano tuve un buen trompazo al engancharme en la toalla que se saldó sin consecuencias, pero una caída en un cuarto de baño es muy peligrosa pues cualquier golpe en la cabeza con alguno de los elementos como lavabo o wáter puede resultar en una lesión grave. La solución es erradicar la bañera y sustituirla pon un plato de ducha, mucho más funcional y sobre todo menos peligroso a la hora de entrar y salir. No hay más que ver los anuncios en los periódicos donde multitud de empresas ofrecen el cambio sin obras prácticamente y en el día.

Esta semana le ha llegado el turno a mi bañera. De paso, hemos aprovechado para alicatar las paredes hasta el techo con un nuevo pavimento que contrasta algo pero no mucho con las paredes antiguas del resto del baño. Pero aquí viene lo bueno, los azulejos clásicos han pasado a mejor vida, han quedado anticuados, y ahora lo que se lleva son los pavimentos porcelánicos. Dicho así no parece que haya diferencia pero lo de «porcelánico» incluye unas vicisitudes que no conocía y que a punto han estado de ocasionarme una buena avería.

Ya cuando estaba alicatando el albañil comenté que tendría que hacer unos agujeros para colocar una estantería y el soporte de la ducha, a lo que contestó advirtiéndome que era muy delicado, pero que muy delicado, hacer agujeros en el pavimento porcelánico, que a pesar de su extrema dureza podía saltar con mucha facilidad y hacerse añicos. Me dejó mosca el asunto y me lancé a consultar en internet y además a mi amigo ferretero, que me avisó de que no se podían utilizar brocas normales,  las de vidia de toda la vida, que nada de poner el percutor en la taladradora, además de que había que utilizar velocidades bajas y refrigerar con agua o aceite la broca con frecuencia. Al final me procuró una broca especial que costaba más de cinco euros y me advirtió que probablemente no fuera capaz de hacer los cinco agujeros con ella antes de que la fundiera. Y me comentó que las brocas que se utilizan normalmente por los profesionales cuestan alrededor de veinte euros y con ellas consiguen hacer como mucho diez o doce agujeros. Estamos apañados, cada agujerito, si no te cargas el pavimento, sale por dos euros en concepto de desgaste de broca.

Ayer me tiré cerca de dos horas para hacer los cinco agujeros y como me había advertido mi amigo ferretero tuve que ir a comprar una segunda broca, quedando las dos para el arrastre, fundidas como la cabeza gastada de una cerilla. Y para remate de fiesta, en uno de los agujeros, como puede verse en la imagen, saltó un trozo del pavimento, menos mal que se queda casi oculto detrás del soporte de la estantería y así se disimula.

Yo que estaba harto de hacer agujeros en paredes de todo tipo, he descubierto que hay una nueva forma y un nuevo pavimento donde las concepciones tradicionales no sirven y además si las utilizas puedes armar una avería que para qué, cargándote la pared flamante que te acaban de poner. Así que lo que hemos dicho, «a la cama no te irás sin saber una cosa más».